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El mundo de la música y en general de la cultura se ha conmovido y llorado con la muerte del compositor e intérprete yucateco Armando Manzanero -acaecida la madrugada de ayer 28 de diciembre a causa del Covid-19- y de todos los confines llegan manifestaciones de pesar y dolor por el infausto, pero no inesperado acontecimiento. En otra sección de la edición de hoy Novedades Yucatán despliega amplia información al respecto.

En este espacio hoy quiero referirme a algunas noticias y opiniones difundidas en torno al gran artista -el más universal que ha dado Yucatán-, sobre todo en las redes sociales, donde fue objeto de toda clase de especulaciones y comentarios desafortunados. Desde días antes, los familiares del músico tuvieron que salir a desmentir una y otra vez las falsas noticias de que había muerto y a quienes responsabilizaban de ese infausto suceso a las autoridades yucatecas que lo invitaron a inaugurar un museo en su honor en una plaza comercial, porque decían “en ese evento se contagió”.

Hubo quienes inclusive pidieron castigo para el gobernador Mauricio Vila y el alcalde Renán Barrera, a quienes responsabilizaban del deceso. Estos comentarios, desde luego, se hicieron sin la menor base, ni médica ni científica, sólo por el hecho de que tres o cuatro días después el maestro Manzanero comenzó a tener manifestaciones de la enfermedad y tuvo que ser hospitalizado.

Fue un evento sin sana distancia y sin uso adecuado de cubrebocas, dijeron algunos. Fue una irresponsabilidad del gobernador, señalaban. Independientemente del grado de veracidad de estas afirmaciones, yo pienso que si hubo irresponsabilidad fue tanto de una parte como de otra, porque a don Armando nadie lo obligó a acudir a ese acto (pudo haberlo hecho virtualmente y nadie lo hubiera reprochado), sino que fue libremente. Luego, desde el domingo pasado, comenzaron a circular en las redes versiones falsas de que había muerto. No obstante los desmentidos de la familia, decenas de personas daban el pésame, lamentaban su óbito y mantenían su peregrina tesis de que en Yucatán se contagió, a pesar de que antes también estuvo en Oaxaca y el rango de días desde el contagio hasta la manifestación de la enfermedad se prolongaba a esa visita.

Lo ocurrido en torno a la ya confirmada muerte del compositor me lleva de nuevo al tema de las redes sociales y su satanización por muchos que las califican de nefastas. Yo siempre he defendido a este que se ha convertido en el principal medio de información por su inmediatez -aunque sin la profesionalización que alcanzan los periódicos impresos y otros medios de comunicación despectivamente llamados tradicionales-. No son las redes sociales en abstracto culpables o responsables de lo que en ellas se expone, sino quienes hacen mal uso de ellas, sea consciente o inconscientemente (lo cual no quita responsabilidad al usuario).

Las redes sociales no son intrínsecamente perversas. Desde la moral, son neutras. Usarlas sin pensar -o peor, pensando en usarlas mal-, es cosa de cada uno de quienes en ellas nos expresamos.

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