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Es increíble el número de metáforas que existen sobre la vida; algunas se presentan de una forma poéticamente indescriptible, mientras otras son analogías más simples. Sin embargo, lo certero es que todas ellas son correctas. Por otra parte, existe una en particular que merece ser analizada, esta es aquella que nos indica que la vida es un ciclo, mismo que nos dicta que todo tiene un inicio y un término, pero, invariablemente y sin poder controlarlo, la primera forma que evoca nuestra mente es una que resulta circular. Lo anterior es algo curioso realmente, puesto que en el transcurso de nuestros días la vida no camina de forma lineal, sino por el contrario, posee varios trazos, algunos realizados de forma alzada y única, mientras que otros tantos se dibujan en nuestro libro del existir a la par, al mismo tiempo, sin poder controlar su propia trayectoria.

Podemos concordar en que un círculo representa aquello que pudiera ser infinito, pero eso precisamente es lo que no somos nosotros, pues nadie es eterno ni tampoco nada resulta ser de esa forma. Entonces, ¿qué sucede con esas representaciones cuando nos damos cuenta de que cada instante tiene un borde y posee una parte que puede ser extremadamente álgida, mientras otras son pacíficas, tranquilas, suaves?, ¿cuál resulta entonces la forma perfecta? La respuesta es que ninguna parece serlo, pues todos somos tan diferentes que cada quien dibuja un futuro peculiar, algunos con trazos más firmes que otros, mientras que existen aquellos a los que se les permite y tienen la dicha de poder borrar lo escrito y luego seguir delimitando, simplemente, porque así es esto, teniendo presente que la esencia radica en el intentar, en fallar si es necesario, en volver a resurgir, pero nunca permitir que esa tinta que está plasmando lo que somos realmente y por lo que existimos se agote nunca.

Que el temor no te domine entonces, toma el pincel perfecto y comienza a trazar una nueva ruta. Proyecta caminos derechos, pero no olvides anotar aquellos irregulares y a pesar de las circunstancias, no dudes en atreverte a seguir caminando y recoger en el alma lo que tanto sueñas sin pensar en los señalamientos, pues recuerda que aquello negativo que los demás despiden es simplemente el reflejo de lo que en su corazón acongoja. Entonces, es tarea fundamental rodearte de personas que te ayuden a trazar y le brinden color tus líneas aunque sean difíciles de encontrar, pero si algún día logras hacerlo, agradece ante todo, abrázalas, admíralas, aprende de ellas y no las dejes ir jamás, porque la vida sería muy aburrida si todo fuera normal, mejor entonces deja de girar sobre ti mismo, rompe ese círculo y comienza a explorar, no olvides que las mejores cosas no tienen forma, la mente, la alegría, el amor y sencillamente la vida por ejemplo. A veces los caminos más ocultos o inciertos resultan ser aquellos que sorprenden, llenan y dejan su huella hoy, mañana y el resto de nuestra eternidad.

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