La peste de la CNTE
El poder de la pluma
En tiempos de la cuarta transformación la educación pública sufrió el peor descalabro que los mexicanos pudieran esperar. Y es que la CNTE vuelve a las andadas pero ahora con la venia presidencial.
Algunos dirán que el pago de favores comienza a hacer mella en Palacio Nacional, otros que con esos aliados para qué quieren enemigos. Las mediciones políticas son claras, por lo menos para el magisterio.
Apretar, apretar, apretar. Siempre ha sido la estrategia de los maestros antes disidentes hoy oficialistas. Los mismos que son expertos en la toma de instalaciones públicas, pero no en cumplir con el calendario escolar frente a grupo.
La abrogación de la reforma educativa y el regalo de unas deslavadas leyes secundarias son el botín con el que se premia a las mujeres y hombres que acabaron con el futuro de generaciones enteras en los estados más pobres del país.
El atraso y el nulo desarrollo causado en las comunidades donde tiene influencia la CNTE es una constante. Han sido caballeros del apocalipsis para niñas y niños que de antemano tienen negadas sus oportunidades gracias a estos pseudo maestros expertos en el escalafón de huelgas, paros y marchas.
Para colmo, esta legislatura tiene entre sus integrantes a flamantes “profes” convertidos en paladines de una camarilla rapaz que ha secuestrado la vida de la educación en México. Tienen voz en la máxima tribuna del país y también voto para decidir el futuro de la niñez y la juventud. Lástima que su prioridad, como lo han demostrado durante décadas, es solo lo que caiga en sus bolsillos.
No hay sorpresas con la CNTE, son los mismos y buscan lo mismo. Si la estrategia siempre les ha funcionado no hay por qué cambiarla. El golpe está dado y serán los mexicanos que vienen en el camino los que pagarán la cobardía gubernamental de no ponerles un freno.
Sin ser perfecta, la reforma educativa planteó un nuevo escenario para la escuela mexicana. Uno donde los padres de familia pudieran saber que sus hijos tenían frente a grupo a maestras y maestros comprometidos con su profesión. Al mismo tiempo, los docentes gozarían de estímulos por su esfuerzo y dedicación.
De un manotazo se regresa al pasado, a una época oscura donde las decisiones vuelven a las manos de los que no quieren dar clases, de los que prefieren el ausentismo. La CNTE gana por partida doble: avanza su fortaleza como organización y marca la línea para futuras negociaciones.
Si darles lo que quieren para evitar conflictos fue la solución, el barril no tendrá fondo. Con la CNTE no se negocia. Puede ser éste el comienzo de un nuevo estira y afloja en el que alguien seguramente ganará y mucho… pero no los niños de las escuelas públicas de México.