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A los jóvenes se les menciona mucho en los discursos políticos. Son recurrentes las frases que los toman de ejemplo al hablar de oportunidades y mejores tiempos por venir. Son también el asidero de las palabras que buscan evocar progreso y un mejor futuro.

Pero, cuántas de estas alusiones políticas traspasan la barrera de la demagogia y de verdad comulgan con lo que los jóvenes quieren y pueden hacer para lograr su desarrollo personal.

En un país de diferencias y en donde la brecha tecnológica ahonda las circunstancias, la juventud vive momentos de pesadez ante una eventual caída de la economía y los conflictos que ha traído consigo la pandemia de Covid-19.

Con un mercado laboral cada vez más estrecho y poco redituable, las nuevas generaciones sufren problemáticas inimaginables al inicio de 2020: escuelas paradas por la contingencia y un sistema productivo a paso de caracol intentando no colapsar.

Y ante todo ello, están las becas y apoyos al sector que poco han ayudado a paliar el desastre que viven. Sin inversión ni previsión para construir una estrategia gubernamental que dé verdadero apoyo a los jóvenes mexicanos, el escenario venidero luce sombrío.

Se dejó de hablar de los ninis, concepto que al presidente López Obrador le molesta. Pero lo cierto es que el flujo millonario de recursos que baja hasta los estudiantes y aprendices no ha impactado positivamente en reducir la deserción escolar ni la pobreza.

Con la llave abierta, el presupuesto baja por los torrentes que forman decenas de programas sociales. Un dinero que, según el gobierno, va a los que menos tienen, pero promoviendo el asistencialismo antes que la eficaz erradicación de la miseria y el atraso en que viven millones de mexicanos.

A los jóvenes se les han cerrado los espacios para opinar. Se les han regateado sus derechos con dádivas malsanas que pretenden congelarlos en la complacencia gubernamental. Ese no es el espacio en donde los queremos ver, su lugar está encabezando el cambio y construyendo la patria.

En las elecciones lo ideal sería ver a mujeres y hombres jóvenes encabezando fórmulas y candidaturas. Dejando así que los ciudadanos que hoy, en medio de un clima de desolación, siembren con su esfuerzo la esperanza que hará de México un mejor país.

La sociedad necesita de sus jóvenes para impulsar y conducir a la nación en momentos en los que, a veces, pareciera que se pierde el rumbo.

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