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Para nadie es un secreto que Movimiento Ciudadano, franquicia que comanda Dante Delgado, opera a favor del Gobierno Federal. Lo anterior, muy a pesar de los baños de falsa pureza que se dan al auto nombrarse como de oposición.

La estrategia que han seguido los emecistas les ha rendido frutos. Petardeando al PAN y al PRI han ido creciendo en fuerza y conquistando territorios, prueba de ello es la reciente incorporación de la gubernatura de Nuevo León a sus vitrinas.

El doble discurso de los naranja los acercó durante la administración de Peña Nieto al grupo opositor, pero también al obradorismo que se lamía las heridas de otra derrota.

La campaña publicitaria que MC lanzó en 2017, con la imagen y voz del niño huichol Yuawi, le ha valido un posicionamiento inimaginable. La canción ha perdurado hasta nuestro días como marca indiscutible e identificador de ese partido político.

Dicen ser de oposición pero en Movimiento Ciudadano todo lo que hacen, curiosamente, resulta en guiños hacia la administración de López Obrador. La última faena: la vedada pero tentadora posibilidad de abrirse a una alianza opositora de cara al 2024... Pero sin el PRI.

En el contexto actual, ese tipo de propuesta resulta una más de las intentonas oficialistas para romper una alianza de partidos, como la que en el pasado proceso electoral de 2021 terminó por abollarle la armadura a Morena en el Congreso.

Hay pocos distraídos que aún le creen a Dante Delgado aquello de hacer equipo para derrocar a Morena. Las dudas que recaen en el veracruzano están fundadas en su propia historia política donde la flaqueza de palabra habla por sí sola.

A la fecha, Movimiento Ciudadano está más que vigente entre las cartas no solo del Presidente de México sino de varios suspirantes. Ante los encontronazos al interior de Morena y el enorme costo político que ha resentido el partido que encabeza Mario Delgado, siempre es bueno tener opciones de repuesto.

A los emecistas, más que a muchos otros, favoreció que se les negara el registro a partidos satélites como el de Elba Esther Gordillo y Pedro Haces. La marca del águila, por cierto, en diseño muy similar al de Morena, se refrendó como el mejor Plan B.

La lógica en el búnker de MC es que si antes no le sirvió hacer alianzas, ahora menos. Aunque pasan de largo que es probable que ya hayan alcanzado el tope de crecimiento máximo, entonces vendría el efecto búmeran y los votos regresarían a sus partidos de origen.

Quizá esto último explique la obsesión de los naranjas por fichar candidatos en la acera de enfrente.

Lamentan su nula escuela de cuadros y empiezan a entender eso que tanto repite su líder: “La política casi nunca es, en realidad va siendo”.

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