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No es por defender al PRI y a su más que cuestionable presidente nacional, pero, en momentos como éste, la unidad de la oposición debe no solo ser promovida sino alimentada y fortalecida, con miras hacia un bien mucho más grande: rescatar a México.

Al Gobierno federal le cayó como anillo al dedo el oportunismo político de Layda Sansores, gobernadora de Campeche, quien cargó la escopeta y disparó en contra de su paisano tricolor, quien, para echarle más cal en la herida, ya contaba con los odios más profundos del fiscal de aquellas tierras, Renato Sales.

Alito no es ninguna blanca paloma, al exgobernador lo que le sobra en su carrera política es grilla, y de la buena. Además, es bien conocida la explosividad de su carácter, lo que lo ha llevado a protagonizar diversos episodios que, según lo que se dice en los corrillos, varios de ellos acabaron en gresca.

En otro contexto, sin la alianza con el PAN y el PRD, Alito ya estaría en la banqueta de Avenida de los Insurgentes. Pero ese tipo de suposiciones hoy no valen la pena, en la actualidad Moreno enfrenta la crítica intestina (y legítima) de los herederos del proyecto de Plutarco Elías Calles; pelea en la que, sin problemas, sorteará ese mar embravecido como si fuera uno de aquellos piratas que merodeaban Campeche allá por el Siglo XVI.

Así como al PRD la suma tripartita le inyecta oxígeno artificial y le permite seguir pataleando, al presidente del PRI lo protege el halo aliancista que le alcanzaría para llegar por lo menos al 24. La gran pregunta que, aún muchos ciudadanos se hacen, versa en torno a los beneficios que esta alianza pudiera tener para el país.

Sin muchos rodeos: el esfuerzo por consolidar una oposición robusta, responsable y valiente ha tenido sus asegunes. Pero, desgraciadamente, en el horizonte no se ve en el corto y mediano plazo otra salida al escenario de crisis que se expande día con día.

La polarización es tal que, sin importar los evidentes desastres en materia de política pública y decisiones de gobierno, los bandos en los que se ha dividido la sociedad son cada vez más marcados. En esto, mucho tiene que ver el dinero que reciben los beneficiarios de programas sociales, quienes son “reconvenidos” en seguir votando por el régimen tras el amago de que, de no hacerlo, se perderían las prebendas que les envía papá gobierno.

Mientras todo esto pasa, hay unos peores: los tibios. Que, para ponerles nombre y apellido, son los de Movimiento Ciudadano. ¿Y qué es eso de MC y la aguilita “naranja, naranja” que de seguro ha visto por ahí? Ah, pues son ni más ni menos que la bisagra que con un falso discurso de oposición pretende entregar en charola de plata la elección del 24 a Morena. Lobos con piel de oveja, al tiempo.

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