Interculturalidad, diálogo de saberes y pueblo maya
El poder de la pluma
Actualmente el llamado enfoque intercultural, y el diálogo de saberes como método cualitativo inherente a éste, ha recobrado especial relevancia en la investigación aplicada, justo cuando los paradigmas de la academia y la acción social (gubernamental o no) buscan nuevos derroteros para ofrecer una visión histórica e integral del proceso de interacción entre actores con sistemas de conocimiento distintos, en este caso los saberes de los pueblos originarios y los derivados de las ciencias hegemónicas.
Ya desde la década de los sesenta el antropólogo médico Gonzalo Aguirre Beltrán proponía que, una vez superado el problema de la lengua en zonas indígenas del país, se implementaran programas de desarrollo integral en el contexto intercultural. En las últimas dos décadas los gobiernos, como parte de su proyecto político han pedido, incluso bajo el paradigma de la interculturalidad, adecuar los programas nacionales dirigidos a la salud, la alimentación, la educación y la cultura, entre otros, a las condiciones socioeconómicas y culturales de las distintas regiones geográficas; sin embargo, casi nunca se explica cómo plantearlo ni cómo llevarlo a cabo. No ha sido bien entendido y se ha aplicado inadecuadamente, imponiendo modelos que, lejos de beneficiar a los pueblos originarios, han vulnerado sus saberes.
Hoy día, universidades mexicanas, organizaciones de la sociedad civil, agencias y fundaciones internacionales ven en este enfoque una alternativa para ayudar a resolver diversos problemas críticos que aquejan a los pueblos originarios, como los grupos mayas peninsulares.
En esta búsqueda, la academia podría dar la pauta y jugar un papel protagónico en la formación de profesionales en los diversos ámbitos del saber; individuos sensibles y capaces de comprender los problemas y necesidades de la población y poner en contexto el conocimiento mediante la reflexión y discusión de los actores/as. Este proceso permite, además, la interacción social, la síntesis de saberes y el aprendizaje mutuo. El reto es poner en marcha un proceso de interacción donde el conocimiento académico reconozca, aprecie y articule los conocimientos, saberes y prácticas socioculturales y medioambientales de los pueblos indígenas.
Para que pueda darse un diálogo de saberes de manera horizontal, colectiva y empática, deberá existir voluntad e interés de los distintos actores (usuarios-beneficiarios) y los representantes de las instituciones (ingenieros, agrónomos, veterinarios, abogados, médicos, enfermeras, nutriólogos, antropólogos, odontólogos, rehabilitadores y psicólogos, entre otros) que favorezcan el diálogo intercultural y que busquen soluciones a problemas sociales concretos para que los resultados sean eficaces y de largo plazo. En otras palabras, que se logren reposicionar, previo y mutuo acuerdo, los saberes tradicionales locales al saber científico, que permita a las poblaciones originarias, como los mayas, seguir innovando y continuar como pueblos con sus saberes, conocimientos, culturas e identidades propias.