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Las formas de hablar el español en México son percibidas o valoradas de modos distintos y dependen de nuestra relación con la cultura y la sociedad. Existe una variedad de acentos o variantes dialectales: español norteño, mexicano del altiplano, costeño del golfo, yucateco peninsular; unos son muy populares o notorios, otros no. Mientras a algunas personas puede agradarle el acento norteño a otros puede resultarle gracioso o grotesco, o el acento del altiplano que para los yucatecos resulta melodioso o cantadito.

Estas formas de hablar y el acento son herencia familiar y también el modo por el cual nos identificamos o somos reconocidos. El uso que hacemos de la variedad o variedades lingüísticas con las que crecemos está impregnado de elementos peculiares de la comunidad. En otras palabras, hablamos como nuestros semejantes. Todos tenemos un acento, incluso aquellos que tratan de evitarlo o que piensan que no lo tienen por hablar una variedad “estándar”.

Cuando el acento es marcado, y difiere de lo acostumbrado o de la norma esperada, es posible que haya discriminación y pueda convertirse en blanco de críticas, estigma, rechazo o mofa. En la península esta discriminación está relacionada con la pertenencia al grupo lingüístico maya, y se dio de manera más pronunciada hacia mediados del siglo pasado cuando la maya dejaba de ser una lengua dominante para dar paso al español. En ese proceso, muchos mayas se veían obligados a aprender el español con numerosas interferencias (a nivel morfológico, sintáctico y fonético) resultado de la estrecha convivencia del español con la maya. Esta forma de hablar fue calificada por las clases “cultas” e intelectuales de la ciudad como lengua del vulgo, inculta, de las clases bajas, de los indígenas. La literatura revisada sobre el tema está llena de estos ejemplos.

Además de este desprecio de las clases “cultas” hacia las clases bajas, numerosos humoristas e imitadores en la televisión nacional, y del teatro regional yucateco, comienzan a mostrar (y aún muestran) a la persona maya como ignorante, vestida ordinariamente, con un comportamiento rústico y un vocabulario y acento exagerados. La discriminación de los modos regionales de hablar español data de mucho tiempo atrás, como en su momento ocurrió con las lenguas de grupos minoritarios que llegaron a la península: africanos, sirio-libaneses, coreanos, cubanos, yaquis, entre otros.

La actitud lingüística de los individuos está en constante construcción, durante la interacción con otro/s. Son fenómenos multifacéticos dado que los individuos son capaces de asumir roles diferentes en diversas situaciones, incluso cambiando de identidad(es) y actitudes lingüísticas dependiendo de la persona o grupo social con el que se interactúa. No hablamos de la misma manera en casa con los familiares, con un amigo que con una persona de otro lugar o con los compañeros de trabajo o de escuela.

La forma de hablar de padres no parece ser un modelo para las nuevas generaciones de yucatecos, al menos en sectores urbanos, donde cada vez más tienden a utilizar un español más “estándar” con modismos usados en el centro de la república.

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