Terapeutas mayas: entre incertidumbre y esperanza (I)
El poder de la pluma
Apesar de ciertos logros en materia de derechos indígenas y de algunos esfuerzos institucionales por conservar y/o revitalizar las medicinas indígenas, como la maya yucateca, aún falta hacer cumplir los acuerdos, leyes, convenios y tratados nacionales e internacionales que protegen estos saberes médicos. Hasta la fecha muy poco se ha hecho como respuesta a sus pronunciamientos y demandas (emanados de dos décadas de encuentros de médicos tradicionales), aun cuando funcionarios del gobierno federal afirman que el fortalecimiento de la medicina tradicional es una política prioritaria. Con lo cual se abre un viejo debate que lleva ya casi 500 años.
A fines de los 90, y a instancias del entonces Instituto Nacional Indigenista, se conformó la Organización de Médicos Indígenas Mayas de la Península de Yucatán (OMIMPY), enfocada al desarrollo, defensa y rescate de la medicina maya. Hacia 2005, ya como CDI, se habían creado ocho centros de desarrollo de la medicina indígena tradicional (Cedemit): cuatro en Yucatán (Valladolid, Peto, Halachó y Yaxcabá), dos en Campeche (Hopelchén y Calkiní) y dos en Q.uintana Roo (Felipe carrillo Puerto y Nuevo Xcan), donde se fomentaron jardines botánicos, se preparaban medicamentos herbolarios y distintos expertos ofrecían consultas: jmenes, parteras, hueseros, yerbateros, sobadores. De acuerdo con sus especialidades, las parteras siempre han sido mayoría. Se procuraba que los agremiados asistieran a ferias y eventos regionales, incluso nacionales, a promover sus prácticas curativas y productos medicinales.
Esta organización llegó a tener 550 terapeutas de la península oriundos de 67 poblaciones de 36 municipios. En Yucatán se afiliaron 300 curadores que en muchas zonas eran la única opción de atención a la enfermedad, el accidente, el embarazo y el parto en poblaciones alejadas de los centros urbanos.
Aunque los agremiados a la OMIMPY privilegiaban la herbolaria como recurso terapéutico, también recurrían a una amplia gama de métodos complementarios (santiguadas, sobadas, ventosas y súplicas para el tratamiento de los distintos desórdenes somáticos: gastrointestinales, respiratorios, cutáneos, renales, caída de mollera, mal de cirro). También desempeñan un papel primordial en el tratamiento de distintos padecimientos emocionales (susto, mal de ojo, mal viento, hechizos, “nervios”). Los terapeutas peninsulares comparten elementos de identidad étnica común (lengua, vestimenta, saberes en torno al cuerpo y su funcionamiento; y tratamiento y prevención de las enfermedades basados en las categorías frío-calor). Esto ha propiciado que la medicina maya yucateca haya logrado un vasto saber acumulado de las plantas nativas e introducidas y sus propiedades terapéuticas.
Sin embargo, distintos obstáculos fueron debilitando a esta organización hasta su paulatina desintegración que ha tenido repercusiones irreparables para el ser maya. Hoy día hallamos un panorama bastante complejo de la medicina tradicional y de las relaciones entre ésta, la medicina oficial y las instituciones y asociaciones civiles en pro de la medicina tradicional (Continuará).