Términos coloquiales para designar a los niños

Miguel Güémez Pineda: Términos coloquiales para designar a los niños

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Las formas coloquiales para referirse o tratar a los niños y niñas en México son diferentes dependiendo de cada región, de cada interlocutor y también depende de la edad del pequeño. Una de las expresiones comúnmente empleada es chavo, chava (aféresis del Lat. ochavo) y se refiere tanto a los niños como a muchachos jóvenes, si es muy pequeño se usa chavito: “Estaba muy chavita cuando su mamá murió”.

Una expresión de origen náhuatl es chamaco, vocablo proveniente de chamahua que quiere decir “engordar, crecer”: “El parque estaba lleno de chamacos”, o chamacona muchacha, especialmente si es guapa y de cuerpo atractivo. Curiosamente, la voz chamaco coincide fonológicamente con la expresión maya chan máak (Lit. persona pequeña).

Otros dos nahuatlismos son chilpayate, probablemente de chilpáyatl que significa “niño de corta edad”, usado por las clases populares en el centro de país; con más frecuencia en plural chilpayates refiriéndose colectivamente a los muchachitos o niños pequeños; a veces también se usa puramente en sentido afectuoso o cariñoso; y escuincle modo coloquial despectivo para referirse a un niño, de itzcuintle un tipo de perro, ordinario, callejero: “Malditos escuincles, se robaron las manzanas”.

En estados del norte del país, para referirse a los pequeños se usa morro, morrito, morrita, quizá de la interjección morro, para llamar al gato; o huerco que viene del latín orcus, aunque sirve para nombrar a los muchachos jóvenes. En la península yucateca, además de chamaco, chavito, se emplean expresiones como ts’iris o dzirís, corrupción de ts’ilis, vocablo del maya yucateco moderno que cambió la “l” por “r”, niño, pequeño, rapazuelo. Es manera cariñosa y al mismo tiempo despectiva de llamar genéricamente al niño. En el lenguaje familiar, equivale a los nahuatlismos chamaco o escuincle. El lingüista Alfredo Barrera Vásquez advierte que ts’iris, fue uno de los antiguos nombres del armadillo (weech, en lengua maya). Los antiguos mexicanos, llamaron “perros” a sus chicos y los mayas “armadillos”. Admite el diminutivo ts’irisito y el correspondiente femenino: ts’irisita. Ts’irul o dzirul es otra forma genérica de niño, chamaco, y es probable corrupción de ts’iris. Es una voz que ni es maya ni tiene nada de español, como no sea el fonema r que en el maya yucateco debe haber empezado a filtrarse a partir de la colonia, en voces como turix, k’antirix, kirits’, p’irix, arux, etc. He oído aplicar ts’irul, en lugar de ts’iris, con el mismo significado. Permite el diminutivo ts’irulito si, además, el niño es muy bajito y flaco. De ts’irul deriva ts’irulita, nombre de una canica pequeña de vidrio que solían jugar los niños. Eventualmente se escucha wixón, wixona (derivado de wiix, orín, orinar, más el aumentativo -ón) y se dice del niño que se orina en la cama o en la hamaca y, por extensión, del muchachito que está entrando a la adolescencia: “Al baile fueron puros wixones”.

En la sociedad yucateca ya se escuchan expresiones coloquiales como chaparro o enano para nombrar a los pequeños, quizá porque los niños son bajitos antes de los diez años. Otra es peque, acortamiento de “pequeño”, o peques para referirse colectivamente a los niños de corta edad: “¿Y dónde dejaste a los peques?

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