El español yucateco: crisol de rasgos lingüísticos

Miguel Güémez Pineda: El español yucateco: crisol de rasgos lingüísticos.

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El español peninsular es un receptáculo de rasgos culturales y lingüísticos de procedencia y origen diverso, fusión del español o castellano impuesto durante el periodo colonial y de la lengua hablada por los mayas peninsulares que, en su proceso evolutivo, fue adoptando voces de otras lenguas indígenas como el arahuaco o taíno y el náhuatl; y extranjeras como el árabe libanés o el inglés.

Los españoles trajeron a la Península un español con ciertas peculiaridades y vicios de dicción que en aquel entonces lo caracterizaban (formado por voces griegas, latinas, árabes, hebreas, germánicas, gallegas y del caló gitano, entre otras) que, junto con la lengua maya, ocasionó interferencias lingüísticas y casos de diglosia o bilingüismo.

A pesar de la presencia de esclavos y sirvientes negros procedentes de África desde inicios del periodo colonial y, en menor medida, de yaquis, chinos, coreanos y otros extranjeros atraídos por el apogeo de la agroindustria henequenera en el siglo XIX, no se puede comprobar que hayan ejercido una influencia léxica significativa en la variante dialectal del español yucateco. Muchas expresiones caribeñas nos llegan durante el continuo intercambio comercial entre Cuba y los puertos de Campeche, Sisal y Progreso.

Este fenómeno lingüístico acontecido en la Península, a partir de la época colonial, podría considerarse como un ejemplo, no solo de lenguas en contacto, sino de una lengua criolla, con periodos de un mayor o menor bilingüismo y multilingüismo, y con claros ejemplos de suma de vocablos castellanos y mayas que expresan interinfluencia morfosintáctica y fonológica. En el registro coloquial o en la designación de realidades específicas (objetos, flora, fauna, comidas y acciones, entre otros) también hallamos la influencia lingüística de nativos americanos como los taínos que circunnavegaban por la cuenca del Caribe y en menor medida de los nahuas del altiplano central.

El aislamiento y la relativa incomunicación que caracterizó a la región peninsular desde la colonia hasta las primeras décadas el siglo XX –cuando se desarrollaron nuevas vías de transporte que enlazaron a la Península con el centro del país– fue un factor esencial que permitió a esta variante dialectal conservar su fisionomía. Históricamente, la península estuvo más vinculada con el Caribe y con la región centroamericana.

Sería hasta mediados del siglo XX cuando se empiezan a registrar cambios lingüísticos en las nuevas generaciones como resultado del surgimiento y expansión de los medios de comunicación nacional como la radio, el cine y la televisión, que difundían variantes dialectales del castellano hablado en el centro del país; y, más tarde, en los ochenta, la llegada de las tecnologías en información y comunicación que vendrían a acelerar los procesos de cambio.

A pesar de estos cambios, se puede decir que el habla del yucateco conserva ciertas singularidades lingüísticas con un dinamismo pragmático que le hace omitir ciertos elementos y apropiarse de otros. Las lenguas son dinámicas y están sujetas al uso práctico de sus hablantes, también se pueden ver afectadas interiormente por dinámicas sociales complejas como la globalización cultural y los flujos migratorios. En consecuencia, los cambios no deben interpretarse como negativos sino como ciclos normales dentro del desarrollo de los idiomas.

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