Yucatequismos de uso infrecuente (II)

Miguel Güémez Pineda: Yucatequismos de uso infrecuente (II).

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Durante la invasión española a estas tierras, con las tropas o huestes, arribaron personas de variadas profesiones y oficios, incluso analfabetas procedentes de diversas provincias españolas que trajeron consigo un lenguaje vulgar, coloquial. Algunas de esas voces y frases que nos acostumbramos a ver como nuestras son o fueron comunes en otras regiones del país o del Caribe. Solo que en la Península yucateca sufrieron un proceso de adaptación fonológica a la lengua maya. Por ejemplo, es muy extendida creencia de que huay, xo, fo, son de origen maya y no son más que antiguas voces y frases castellanas que aún perduran en el habla local y que en las provincias españolas han quedado sepultadas desde hace muchas décadas.

Fo es una añeja interjección para expresar asco o desagrado; en Venezuela se usa para indicar desaprobación o rechazo; en el Caribe se emplea “hacer el fo” a alguien cuando se le trata con desdén o indiferencia. Quizá fo deriva de “fobia”, voz de origen griego para expresar “aversión a algo o a alguien”.

Arredovaya es una expresión derivada del latín arredro (hacia atrás) y vaya, para “mandar a alguien que se vaya”, aunque el yucateco la pronuncia de corrido para manifestar ira, inconformidad o aversión. Ambas expresiones se complementan para poner el mayor énfasis despectivo. Como la madre que exclama ¡Fo, arredovaya, eres más poch! Al ver a su hijo tragando su saliva por lo que comen otros: “No estés joch’obeando la comida de los demás”.

Tanto pooch como joch’ob-ear son dos vocablos mayas con cierta afinidad semántica. En el maya antiguo, pooch, como verbo es “desear mucho o con ansia” y como sustantivo jpooch, deseoso, o que desea comer algo con avidez. En el maya contemporáneo, como en el español regional, su campo semántico se amplió y vino a significar, además de deseo vehemente, aspiración, incluso envidiar cosas ajenas: “Estoy poch de comer foch”, (fudge, pastel de chocolate); también se puede estar poch de [tener] un bebé. De poch, deriva pochear desear o envidiar algo ajeno; poch-kepes un adjetivo grosero, keep (órgano viril) para designar al varón deseoso, ansioso.

Joch’obear es un hibridismo, del maya hoch’ob, comer de mogollón, vago o gorrón. El que come de gorrón haciéndose presente sin convite y sin pedir. Estar muy atento mirando furtivamente comer a otro y demostrando interés en ser convidado: “Es de mala educación que los niños estén joch’obeando lo que los grandes comen”. “¡Niño! Anda a jugar por allí y deja de estar joch’obeando la comida”. Por extensión, ansiar ser invitado a algo, una fiesta, un baile, etc., y hacerlo evidente. Las fuentes coloniales más antiguas refieren la expresión hoch’ob a la indigencia, es decir, del pobre mendigo que va a donde están comiendo, poniéndose delante para ser invitado.

Si bien estos arcaísmos españoles, como numerosas voces mayas o hibridismos, están cayendo en desuso o se mantienen en personas adultas de ciertos sectores sociales, pocos saben su origen etimológico; pero bueno, este fenómeno lingüístico ocurre con muchas otras voces en la que los hablantes se desentienden del origen filológico. Son las nuevas generaciones quienes introducen términos de moda; en vez de fo pueden decir guácala; por arredovaya, fúchila; por joch’obear, “chayotear”.

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