Día de la Felicidad y la alienación parental
El poder de la pluma
Marzo tiene muchas conmemoraciones. Solo el pasado día 21 tiene estas efemérides: Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial; Día Mundial de la Poesía; Día Mundial del Novruz, fiesta ancestral en algunos pueblos; Día Mundial del Síndrome de Down; Día Internacional de los Bosques; Día Mundial del Agua, y, en México, el natalicio de Benito Juárez García, “Benemérito de las Américas”. El día 20 fue el Día Internacional de la Felicidad, entre otros.
Obviamente si conociéramos a fondo lo que es la felicidad no habría necesidad de tantos recordatorios mundiales para pavimentar el camino hacia ella.
Hay muchas definiciones de felicidad. La Real Academia Española la señala así, entre otras acepciones: 1. f. Estado de grata satisfacción espiritual y física.
¿Podría haber más felicidad que el nacimiento de un hijo? Casi siempre los padres dicen estar felices ante ese acontecimiento. Pero de pronto la armonía se rompe y la pareja decide separarse. Uno de los dos, o ambos, pelean por la custodia de los vástagos que en algunos casos se vuelven rehenes de uno o de los dos progenitores que comienzan a envenenar la mente de los hijos: Tu padre es malo, tu madre me maltrata, no nos quiere…
Richard Gardener, psiquiatra estadounidense, mencionó por primera vez el Síndrome de Alienación Parental (SAP), que enajena a un niño o niña hasta indisponerlo contra la o las personas que más debería de amar. Debe tenerse mucho cuidado porque no todo puede ser considerado alienación parental. Para que eso sea así es necesario que los comportamientos o actitudes se realicen de manera sistemática y con la finalidad de transformar la conciencia de los hijos con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor, por lo que es un proceso gradual y consistente, lo cual repercute de manera grave en el padre no custodio y en detrimento de sus derechos y obligaciones como padre, además de privarlo de la presencia y disfrute de su hijo.
El SAP no puede admitirse como una patología en un juicio de custodia, pero la realidad es que está ahí y tiene que verse como un síntoma de maltrato infantil y lo más paradójico es que ese maltrato le llegue al niño o niña de sus propios padres, quienes al actuar negativamente afectan el adecuado desarrollo de una personalidad sana, equilibrada y armónica de hijos o hijas, violando sus derechos fundamentales.
Niñas y niños deben ser sujetos de amor para hacerlos felices, por parte de sus padres, y no víctimas que se ven en la indefensión legal cuando la alienación parental les arrebata la felicidad y sus prerrogativas fundamentales.