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Para un padre de familia una de las cosas más dolorosas que pueda sufrir es ver a un hijo privado de su libertad por el mal comportamiento que lo pone, como a muchos adultos, en conflicto con la ley.
En el mundo hay un millón de hogares que tienen a sus hijos en prisión ¡oh dolor!, según se mencionó en la reunión regional México, Canadá, Estados Unidos, realizada los pasados días 8, 9 y 10 de este mes. Esta reunión es preparatoria para el Congreso Mundial sobre Justicia para Niños, Niñas y Adolescentes que se llevará a cabo en 2021, en país aún no definido.
En esos tres días, en la sede del Tribunal Superior de Justicia del Estado y de la Universidad Marista, participaron expertos en el tema de los tres países y reforzaron los acuerdos tomados en París, Casa Unesco, sede del primer Congreso, llevado a cabo los días 28, 29 y 30 de mayo 2018, en el cual trabajaron 800 personas de 95 naciones, incluidos niñas, niños y adolescentes.
El Congreso fue convocado por organizaciones de la Sociedad Civil en materia de justicia juvenil y familiar: Asociación Internacional de Jueces y Magistrados de la Juventud y la Familia; Fundación Terre des Hommes; Penal Reform International; Child Rights International Network; Defence for Children International, y Judicial Training Institute of Belgium.

En el tercer día de labores, en Mérida, en la Universidad Marista, se tomaron acuerdos y propuestas con miras al próximo Congreso Mundial sobre la Justicia para Niños, Niñas y Adolescentes de 2021.

Hubo buenos comentarios para el trabajo que se realiza en Yucatán, en el Centro Especializado en Aplicación de Medidas para Adolescentes (Ceama), en donde el objetivo principal es la reinserción social de jóvenes en conflicto con la ley. Aunque hay cosas por mejorar. Incluso las leyes son perfectibles.

En todos los campos los funcionarios públicos debemos trabajar sin descanso en beneficio de las y los jóvenes para evitar que tengan actitudes que los pongan en conflicto con la ley. Esa labor necesita el apoyo de los padres de familia para educar positivamente a sus hijos, lejos del autoritarismo y la violencia parental que en ocasiones convierte los hogares en una lucha por el poder entre padres e hijos sin importar si éstos son infantes o adolescentes. A veces confundimos amor con autoritarismo.

Enaltezcamos actitudes positivas en las y los jóvenes cuyo trabajo puede ser utilizado positivamente, como el de la joven escultista Naomí Gisel Sosa Zepeda, en contra del maltrato animal, que la llevó el pasado día 14 a ser Ombudsman estatal por un día.

Evitemos actitudes negativas. Eduquemos con el buen ejemplo.

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