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Es imperdonable que una autoridad incumpla en el ejercicio de sus funciones, sobre todo cuando en esa labor está involucrada la procuración e impartición de justicia derivada de los malos tratos y otros actos de violencia ejercidos en contra de las mujeres.

Increíble, pero esa es la realidad que vivimos y recordamos cada 25 de noviembre, en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

La conmemoración de esa efeméride fue asumida por la Asamblea General de la ONU en 1999, para no olvidar el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, tenaces opositoras a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, en la década de los 60, en la República Dominicana.

El origen estructural de la violencia contra las mujeres se encuentra en la falta de equidad en las relaciones entre hombres y féminas, en la persistente discriminación cometida en su contra. La violencia que sufren las mujeres no distingue edad, cultura, país de origen o posición económica.

Onumujeres afirma que 12 mujeres son asesinadas cada día en 14 países de América Latina y el Caribe. En México se estima que 10 de ellas son ultimadas diariamente.

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) señala que en 2018 se registraron 3,580 mujeres asesinadas, 9.9 por día. De estos casos, solo el 23 por ciento fue investigado como feminicidio. De enero a junio de este año, han sido asesinadas 1,812 mujeres, un promedio de 10 mujeres por día.

Respecto a la violencia sexual señalan las cifras del Secretariado Ejecutivo: en 2018 se recibieron un total de 15,322 denuncias por violación a nivel nacional. En los primeros seis meses de 2019 hay 8,464 denuncias por violación sexual, un aumento del 5.6 por ciento respecto a 2018.

Todos los días, niñas y mujeres desaparecen o son sustraídas de sus hogares, sufren violencia en sus centros de trabajo o en las calles, o padecen la violencia obstétrica y otras formas de agresión contra el sector femenino.

Hago un enérgico llamado a la sociedad… a los hombres que convivimos con mujeres todos los días en el ámbito familiar, en los centros de trabajo y en las instituciones educativas, en las calles y en cualquier ámbito de la comunidad. Somos nosotros, hombres y mujeres trabajando de la mano, los que haremos una sociedad más pacífica y segura para las mujeres.

En la Codhey luchamos y trabajamos incansablemente, de la mano con la sociedad yucateca, para tener mecanismos que salvaguarden los derechos humanos de las mujeres, así como su seguridad e integridad personal y detengamos todas y todos las lamentables consecuencias de la violencia en contra del sector femenino.

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