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Las naciones del mundo, con algunas excepciones, conjuntan esfuerzos para ganarle la guerra a la pandemia del coronavirus Covid-19, esfuerzo que debe dejar de lado ideologías y credos para conseguir el fin último: librar a la humanidad de este flagelo.

Hasta el momento de escribir estas líneas, se han sumado 30 países, México entre ellos, a la iniciativa de Costa Rica ante la Organización Mundial de la Salud para respaldar la investigación y la ciencia abiertas para luchar contra el mal que afecta a la comunidad internacional, denominada Acceso Mancomunado a Tecnología contra el Covid-19 (C-TAP) cuya finalidad es que pruebas, tratamientos, vacunas y cuanta tecnología sanitaria relacionada con la pandemia se generen estén a disposición y desde luego al alcance de todos los pueblos del mundo.

Un loable esfuerzo, sobre todo cuando llegan noticias de que Brasil ha autorizado la prueba de vacunas contra el virus en 2000 personas. La vacuna fue desarrollada en la Universidad de Oxford y también se prueba en Inglaterra, según información difundida por diversos medios.

No es mi objetivo alarmar con las elevadas cifras que se están dando de contagios en el mundo entero y en México, pero sí quiero mencionar enfáticamente que las dirigencias de todos los países del orbe deben anteponer ideologías o actitudes para ponerle fin a la pandemia y lo más importante es que TODOS los países del mundo tengan acceso libre a la vacuna, cuando sea probada su efectividad en contra del coronavirus.

La otra parte en la guerra contra la pandemia es la colaboración y observancia ciudadana de las medidas de seguridad que las autoridades sanitarias han dictado para protección misma de quienes vivimos en nuestro amado México y particularmente en Yucatán.

Al decidir nuestras autoridades sanitarias el gradual retorno a la normalidad, ha podido observarse un incremento en el número de contagios por el coronavirus, al igual que en las defunciones y el riesgo latente de saturar hospitales y sitios en donde se atiende a personas que han sido afectadas por la pandemia.

La actitud ciudadana debe ser de observancia a las medidas de protección que ya son de sobra conocidas, pero muy poco respetadas cuando aumenta la circulación de personas por las calles, en los transportes públicos, sin respetar la sana distancia, sin usar el cubrebocas o utilizarlo de manera inadecuada, por debajo de la nariz o sin cubrir boca y nariz, etc.

Cooperación y solidaridad ciudadanas abatirán, si existe, la resistencia civil a cumplir con lo que mandatan las autoridades civiles y sanitarias para que la humanidad triunfe contra el coronavirus.

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