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Mañana, 12 de agosto, es el Día Internacional de la Juventud, instituido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para promover y reflexionar sobre el papel esencial de la juventud en los procesos de cambio y hacer conciencia en los desafíos y problemas a que se enfrenta el sector juvenil.

No se puede soslayar que la pandemia derivada del coronavirus es una brecha que está modificando la forma de vida de las sociedades de todo el mundo, con muy serias amenazas para el desarrollo de las naciones del planeta. Quienes tienen en sus manos los destinos de las sociedades del mundo han de construir nuevas y positivas estrategias para no detener el desarrollo de la juventud.

En la educación, que ha tenido algunos tropiezos en la instrucción formal, que se da en las academias, las escuelas y demás centros docentes, tanto instituciones académicas como quienes manejan las políticas educativas están diseñando estrategias para continuar adecuadamente con el desarrollo educativo de los jóvenes.

La reapertura de las escuelas está condicionada al dominio que se pueda tener en el manejo de la pandemia. Se anuncian cambios, como la impartición de las clases a través de internet y de la televisión, se analiza el papel que jugaría la radio, sobre todo en comunidades en las que no hay señal de internet o la colectividad no tiene los suficientes recursos para adquirir una computadora…

Son muchas las aristas a vencer para que la juventud siga adelante en su tarea de adquirir conocimientos que le servirán para conducir su vida futura y acaso también cuando les toque tomar la estafeta para ser dirigentes de su comunidad, de su pueblo, ciudad o nación.

El lema para este 2020 en torno a los jóvenes es: El compromiso de la juventud por la acción mundial.

El lema me parece, amplio, prometedor, pero en este punto me pregunto: ¿Cómo darle a la juventud el sitio que se merece como parte fundamental de nuestra sociedad?

Debemos derivar hacia la educación informal, que es la que recibe nuestra niñez en el hogar, a través de sus padres, o fuera de la casa, con personas bien intencionadas que pueden servirles de ejemplo para ser entes de bien. Recalco la palabra ejemplo, porque es muy fácil decirle a un niño lo que NO debe de hacer y nosotros, como padres o tutores, SÍ hacemos lo negativo: antivalores, violencia, alcoholismo, tabaquismo, drogadicción y muchos, muchos etcéteras más.

Todos debemos ser mejores personas, prediquemos con el buen ejemplo para que cada día de nuestra existencia esté dedicado a quienes nos sucederán mañana y con una buena formación les den a la juventud el lugar adecuado que se merece.

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