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En días recientes pudimos leer en las páginas de este importante diario que la Semarnat había negado su autorización para instalar un parque fotovoltaico en la zona de Oxcum-Umán, una inversión bastante importante en un proyecto de las denominadas energías alternativas. Pero ¿por qué la máxima instancia ambiental de este país negó la autorización para que se realizara una obra de tal magnitud? ¿En qué falló la manifestación de impacto ambiental que presentó el promovente ante la Secretaría? Estas preguntas salieron a relucir a tan solo minutos de que se diera a conocer la información.

Cabe hacer mención que el boletín emitido por la misma Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales explica que dicha negativa de autorización se debió a haber encontrado inconsistencias en la información presentada, lo cual no permitiría dar seguimiento a las condicionantes que se habrían emitido si procediera la autorización, una postura algo lineal pero muy bien fundamentada. No olvidemos que desde la presentación del proyecto ante diversos sectores apareció un grupo de ciudadanos que no estaban de acuerdo con que se instalara el parque con paneles solares argumentando posibles daños al ambiente y a la salud de las personas que habitan en la zona donde se proyectó instalarlo.

Desde hace más de un año han surgido de la nada muchos, pero muchos defensores de las cuestiones ambientales, no solo ante este tipo de proyectos sino también contra planes porcícolas, avícolas, industriales y demás. Pero aquí cabe hacerse otra pregunta: ¿quién los organiza?, ¿con qué recursos afrontan las demandas, quejas, plantones y hasta los procesos legales?, ¿quién realmente está detrás de estas protestas? Sin duda en breve saldrá a relucir quién o quiénes se oponen a este desarrollo y también sabremos por qué lo hacen.

Estos proyectos se han ido multiplicando en los últimos años en varias zonas del país y esto es una muestra de que hoy la iniciativa privada le está apostando al desarrollo sustentable, a la implementación de esquemas de energías renovables considerando poner al medio ambiente por encima de los intereses económicos, y que los empresarios saben que si se invierte en proyectos ambientales es más fácil conseguir apoyos, financiamiento y reducción de impuestos y por eso le apuestan a este negocio.

Por su parte, los habitantes de las comunidades donde se instalan este tipo de proyectos son alertados para que hagan valer su derecho de indemnización por el uso del terreno y muchas veces les hacen creer que lo justo es que ellos cobren 50 veces más de lo que les ofrecen, lo cual finalmente hace poco rentable el negocio para los inversionistas, pues al fin y al cabo es una inversión que debe ser económicamente rentable y si accede al abultado pago exigido su proyecto corre el riesgo de perder rentabilidad.

Habrá que poner más atención en las propuestas de inversión y buscar un equilibrio económico, ambiental y social. Es tiempo de apostar al desarrollo sustentable, que nos permita conservar produciendo y producir conservando. Nos leemos la próxima semana.

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