Contra las energías limpias
El poder de la pluma
Hace unos días, el presidente López Obrador envió una iniciativa al Congreso para regular la generación de energía en nuestro país, pues -a decir del jefe del Ejecutivo nacional- con la incursión de energías renovables, de manera particular la energía eólica y la fotovoltaica, se pone en riesgo el desarrollo del país y genera que grandes empresarios se agandallen con nuestros recursos y eso no lo va a permitir.
Más allá de entenderlo como desarrollo sustentable, el presidente quiere reforzar a la CFE y seguir en el pasado con la generación de energía a través del sistema hidroeléctrico, por ejemplo, situación que los expertos en medio ambiente han tomado como un retroceso grave y costoso para el país.
Las energías renovables son fuentes limpias, inagotables y crecientemente competitivas. Se diferencian de los combustibles fósiles principalmente en su diversidad, abundancia y potencial de aprovechamiento en cualquier parte del planeta, pero sobre todo en que no producen gases de efecto invernadero –causantes del cambio climático- ni emisiones contaminantes. Además, sus costos evolucionan a la baja de forma sostenida, mientras que la tendencia general de costos de los combustibles fósiles es la opuesta, al margen de su volatilidad coyuntural.
El crecimiento de las energías renovables es imparable, como queda reflejado en las estadísticas aportadas anualmente por la Agencia Internacional de la Energía (AIE): según las previsiones de la AIE, la participación de las renovables en el suministro eléctrico global pasará del 26% en 2018 al 44% en 2040, y proporcionarán dos tercios del incremento de demanda eléctrica registrado en ese período, principalmente a través de las tecnologías eólica y fotovoltaica. De acuerdo a la AIE, la demanda mundial de electricidad aumentará un 70% hasta 2040 -elevando su participación en el uso de energía final del 18% al 24% en el mismo periodo- espoleada principalmente por regiones emergentes (India, China, África, Oriente Medio y el sureste asiático).
El desarrollo de las energías limpias es imprescindible para combatir el cambio climático y limitar sus efectos más devastadores. Las energías renovables han recibido un importante respaldo de la comunidad internacional con el Acuerdo de París suscrito en la Cumbre Mundial del Clima celebrada en diciembre de 2015 en la capital francesa. El acuerdo, que entró en vigor en 2016, establece por primera vez en la historia un objetivo global vinculante, por el que los casi 200 países firmantes se comprometen a reducir sus emisiones, de forma que el aumento de la temperatura media del planeta a final del presente siglo quede “muy por debajo” de los dos grados -el límite por encima del cual el cambio climático tiene efectos más catastróficos- e incluso a intentar dejarlo en 1.5 grados.
Esperemos que nuestros legisladores federales le piensen un poquito y no permitan que esto se apruebe, pues en pocos años seguramente lo estaremos lamentando. Nos leemos la próxima semana.