Microrredes
El poder de la pluma
No solamente en la península de Yucatán, sino en muchos sitios del planeta, está aumentando la frecuencia con que ocurren interrupciones en el servicio de energía eléctrica. En países desarrollados, esto significa un par de horas de inconvenientes menores, desconectarse un rato del WiFi, o no poder cargar el teléfono que ya tenía baja la pila.
En México, un país en desarrollo, contamos con la promesa de la CFE de que un apagón no durará más de 4 horas a partir de que sea reportado al 071; no siempre se cumple, pero al menos tenemos un parámetro medible y sujeto a reclamación. En sitios tan calurosos como Yucatán, la principal afectación que nos incomoda y preocupa a todos, especialmente si esas fallas ocurren durante la noche, es no poder contar con nuestro aparato de aire acondicionado, que regule la temperatura a un nivel de confort tal, que nos permita conciliar el sueño reparador que nos merecemos. Honestamente, fuera de una noche incómoda y desagradable, no pasará nada de gravedad.
En otros países de esos a los que ya se les dejó de llamar “del tercer mundo”, un apagón, ya sea causado por el hombre o por un desastre natural, por lo general relacionado con el cambio climático, con facilidad y rapidez podría convertirse en una crisis humanitaria. Basta ver el infierno que vivieron los venezolanos con los largos apagones de marzo.
Me han preguntado si las energías renovables son una solución factible para hacer frente a los problemas de capacidad de generación de energía y disponibilidad de combustibles, que ya están causando frecuentes apagones en la península de Yucatán. Contundentemente afirmo que sí lo son, creo y tengo los elementos para asegurar que el mundo entero puede y debe transitar hacia un suministro energético 100% renovable y limpio, pero también es indispensable el desarrollo de otros elementos adicionales a la generación, que tienen que formar parte del sistema eléctrico del futuro, en cualquier país.
Uno de ellos es la implementación estratégica y bien diseñada de microrredes de energía, es decir, pequeñas y autosuficientes fuentes de abastecimiento de electricidad, que, ante la ocurrencia de un apagón, inmediatamente entran en el proceso de generar un efecto conocido internacionalmente como “islanding”, o aislamiento, un fenómeno eléctrico que se produce cuando una fuente de generación distribuida continúa energizando una parte de la red eléctrica después de una interrupción. Esa parte de la red deja de estar controlada a nivel central y queda aislada, conteniendo tanto elementos de carga como de generación, almacenamiento y gestión inteligente de cada una de las partes, y que regresará a depender de la red general al normalizarse el servicio.
Hoy, más de 150 compañías están desarrollando microrredes virtuales usando la tecnología del blockchain e inteligencia artificial, demostrando que ese es el mejor camino para administrar inteligentemente la energía del siglo XXI.