Genuina estulticia
El poder de la pluma
En un pretendido, pero fallido intento que hacen los defensores de la 4T para justificar las ocurrencias que, un día sí y el otro también, surgen desde las más altas esferas del poder en México, recientemente han querido atribuir al presidente la cualidad de brillante estratega de la comunicación, que utiliza las naderías con que amanece todos los días para colocarlas en la agenda pública y distraernos de lo que a él verdaderamente le importa, para que nadie estorbe sus planes y pueda realizarlos sin obstáculos. Como por ejemplo haber salido recientemente con esa insensatez de rifar el avión presidencial, para que se deje de criticar la fallida implementación del Insabi. Y podríamos poner ya decenas de ejemplos similares.
Al decir eso, pretenden “voltear la tortilla” a quienes cuestionan la capacidad del presidente y de sus colaboradores o asesores, e insinuar que “el tonto eres tú por haber caído en la trampa de ese extraordinario, inteligentísimo y astuto líder, que planeó cuidadosa y maquiavélicamente cada palabra que saldría de su boca durante la mañanera, para que tú, simple y estúpido mortal, reaccionaras como lo hiciste y te volvieras un instrumento más para que él pueda realizar sus planes”.
Para empezar, este presidente, como ningún otro, goza de una confianza avasalladora, imponente, pero que muchas veces es ciega, que se le otorga sin el más mínimo análisis, y que él está desperdiciando. Es decir, él puede y de hecho está llevando a cabo, gracias a esa confianza que el pueblo le profesa, todo lo que le da la gana. Las críticas, los señalamientos, las honradas y muchas veces sustentadas opiniones del porqué algo no es posible o no es conveniente o es improductivo o peligroso, en caso de llevarse a cabo, no le importan, ni constituyen impedimento alguno para desarrollar sus planes. Así que no necesita de un distractor para que “lo dejen trabajar”.
Algunas de esas acciones son asuntos sin demasiada importancia o de consecuencias costosas, como la rifa o el cambio en los puentes. El verdadero problema está en que existen otras que representan un gran riesgo para el país, ya que requieren de la inversión de fuertes sumas de dinero, que podrían derivar en inservibles e improductivas obras de infraestructura que permanecerían como gigantescos elefantes blancos, como haber cancelado un aeropuerto que llevaba más del 35% de avance de obra e iniciar otro del que expertos en el tema han señalado inútilmente sus abundantes defectos técnicos y operativos; lanzarse al puro valor mexicano a construir una refinería que las empresas expertas declinaron, por considerar imposible construirla en el tiempo y al costo que él deseaba, o un tren maya destinado al fracaso por cómo está concebido.
No amigos, no existe tal intento distractor fruto de un inteligente plan estratégico, cada vez es más evidente que la competencia más desarrollada, frecuente y abundante en los miembros de la 4T es una simple y genuina estulticia.