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Los medios para almacenar energía eléctrica a pequeña, mediana y gran escala, en combinación con el desarrollo de sistemas de gestión mediante el uso de la inteligencia artificial, la ciencia de datos y otras tecnologías emergentes, se convertirá pronto en el eje fundamental que colocará a la humanidad entera en la ruta que nos permita transitar a gran velocidad hacia un futuro 100% limpio y renovable.

Para que esto suceda en nuestro país, sin rezagarnos del ritmo al que avanzará el mundo, será necesario dejar atrás, y pronto, el estéril debate sobre una equivocada concepción de la soberanía relacionada con la generación de electricidad, y de lo que significa fortalecer a la empresa productiva del estado que ha ejercido el monopolio eléctrico, la CFE, cuyo director ha usado reiteradamente este término, señalando que ha sido una instrucción recibida desde la Presidencia. La CFE no se fortalecerá si permanece aislada de las partes interesadas. No será fuerte nunca si se asume como víctima de la apertura de los mercados, del modelo neoliberal y de las empresas privadas extranjeras, y en consecuencia supone que el único modo de empoderarse es asestando un fuerte golpe de autoridad, imponiendo sus condiciones y señalando a los demás participantes de este sistema como adversarios a quienes tiene que combatir, en lugar de aliados con los que tiene que encontrar el modo de avanzar. Adicionalmente, habría que reconocer que es equivocado el retroceso hacia las fuentes de generación que utilizan combustibles fósiles. Solamente teniendo claro que el único camino viable para abordar con la mayor probabilidad de éxito la crisis climática es dirigir de nuevo los esfuerzos a renovables, podremos deshacernos del lastre que impediría dar el salto tecnológico al almacenamiento y la gestión inteligente.

Las más conservadoras proyecciones estiman que, en 2023, el del almacenamiento será un mercado global de 4.5 billones de dólares, y su tamaño se multiplicará por 13 veces, para alcanzar los 158 GWh en 2024. Una cantidad creciente de negocios, consumidores residenciales, desarrolladores y organismos públicos están adoptando de manera acelerada estos sistemas, y este crecimiento transformará sustancialmente el modo en que producimos, administramos y consumimos la energía.

El almacenamiento, más inteligencia artificial aplicada a sistemas de gestión, aportará la flexibilidad que le estaba haciendo falta a las renovables, para ajustar y coordinar la disponibilidad y la entrega de la electricidad en el momento en que es demandada, además de aportar un caudal de valores que aprecian mucho los usuarios, como la optimización de sus recibos, la carga y el autoconsumo de generación solar distribuida, servir como respaldo de energía y optimizar incentivos fiscales cuando los hay.

Las empresas podrán entonces capitalizar estos valores, y serán el soporte insustituible para sus estrategias de administración de gastos y de desarrollo sostenible en el futuro.

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