¿Qué ca... te importa?
El poder de la pluma
Las grandes crisis son también enormes oportunidades de reflexión, análisis y de emprender acciones de cambio y mejora integral. El mundo enfrenta hoy una que no sólo es grande y profunda, sino también multidimensional, una que ha tocado diversos aspectos de nuestra vida como nunca antes. La actual es una crisis de salud pública, financiera, económica, social, y medioambiental simultáneamente. Sus manifestaciones difieren en magnitud, forma y alcance en todas las regiones geográficas del planeta.
Es por eso que resulta insuficiente un sólo indicador como medida del progreso de la humanidad. Hoy que los gobiernos necesitan planear e implementar políticas monetarias y fiscales como pivote estratégico para la recuperación, aún se sigue confiando en el Producto Interno Bruto como principal valor de referencia al cual dar seguimiento.
El PIB nació justamente en medio de una época de crisis, después de la Gran Guerra, y con el paso del tiempo se ha ganado una buena cantidad de enemigos, que pugnan por deshacerse enteramente de él. La animadversión por el PIB ha crecido después del desplome financiero global de 2007, y los promotores de este cambio utilizan maliciosamente una frase atribuida al creador de su concepto moderno, el Dr. Simon Smith Kuznets, quien dijo: “El bienestar de una nación difícilmente podría inferirse a partir de una medida del ingreso nacional”.
En mi opinión, esa frase, lejos de evidenciar que la métrica es equivocada o inútil, no es más que un humilde reconocimiento de que algo más hace falta, es una sentencia que admite la necesidad de integrar otros elementos e índices, para conocer con mayor precisión hacia dónde nos encaminamos. Por lo tanto, la alternativa no es eliminarlo y sustituirlo por otro único indicador que refleje la multidimensionalidad de todo lo que hoy como sociedad nos importa, si es que ese mágico índice pudiera existir, sino construir un racimo de indicadores, integrados en un tablero de control, que muestre con claridad los avances que nos conducirán a la verdadera prosperidad, el bienestar y a elevar nuestra calidad de vida. En ese racimo, el PIB tendría que seguir siendo uno de los pilares insustituibles, pero ¿qué mas agregamos, qué otra cosa medimos y controlamos?
La respuesta pasa primero por la definición de lo que es importante para nosotros, y crear un método para medirlo, para después incorporar esa métrica a los planes de desarrollo y convertirlos en políticas públicas sensatas, con objetivos racionales, concretos y acertados.
Entonces, necesitamos comunicar de manera contundente y clara a quienes toman las decisiones e implementan las políticas qué es lo que nos importa. ¿Te importa tu salud y la de los demás? ¿Te importa la emergencia climática y el medio ambiente? ¿Te importa una sociedad madura, comprometida y solidaria? ¿Te importa una mejor educación? ¿Te importa la accesibilidad a una vivienda digna? ¿Te importa la equidad de género, racial y social? ¿Te importa reducir la pobreza? ¿Qué carajos es lo que más te importa? ¡Exprésalo!