Apagón y resiliencia
El poder de la pluma
En 1871 empezó a funcionar la primera central termoeléctrica comercial de la historia. Creada por Thomas Alva Edison, se ubicaba en Pearl Street, en el Lower Manhattan. Usaba carbón como combustible y generaba electricidad para cubrir la demanda de 400 lámparas de sus primeros 82 clientes. Casi 150 años han pasado, y hoy los sistemas eléctricos de todo el planeta, bueno, casi todo, están experimentando el conjunto más profundo de cambios que se ha dado desde entonces.
En los países desarrollados y en los que aspiran a serlo, los variados recursos de energía distribuida y las nuevas tecnologías digitales están revolucionando la planeación y la operación de los sistemas, y están constituyéndose en la mejor oportunidad que se ha tenido en la historia de llevar electricidad a más de 1.1 mil millones de seres humanos que aún carecen de este servicio básico esencial.
La amenaza del cambio climático se ha convertido también en un factor que ha estimulado la descarbonización del sector eléctrico y la electrificación de la industria y el transporte, cuya tendencia es cada vez más universal.
Mientras esto ocurre, el sector eléctrico, especialmente el que utiliza fuentes limpias y renovables, también se ha posicionado como un elemento que imprime un gran dinamismo en la economía, se crean nuevos mercados, otros se expanden, se generan alianzas regionales y todo el sector se enfoca en garantizar la seguridad del suministro ante el aumento en las probabilidades de enfrentar desastres naturales cada vez más intensos y frecuentes.
Estos riesgos imponen la obligación de blindar las redes eléctricas, ya que representan una amenaza directa para la disponibilidad y accesibilidad justa y democrática de la energía.
Durante la última década, fenómenos como huracanes, incendios forestales e inundaciones han puesto en evidencia la urgente necesidad de dotar a las redes eléctricas de una característica que hoy es vital. Una característica que lamento mucho que el presidente de México reconozca ignorar su significado: resiliencia.
El apagón masivo ocurrido hace unos días podría significar la oportunidad de que tanto el presidente como sus funcionarios descubran el rico y poderoso significado de esta palabra. Pero la genuina resiliencia se construye fortaleciendo el sistema energético y especialmente las redes de transmisión y distribución, que son su columna vertebral, fomentando su facilidad para recuperarse rápidamente ante la ocurrencia de estos eventos.
Esto sólo es posible hacerlo mediante nuevas formas de cooperación entre el sector público y el privado, con un amplio conjunto de medidas preventivas. Falsificar documentos oficiales con el objetivo de ocultar su incompetencia en el manejo de un desafortunado evento no ayuda a la construcción de la resiliencia, pero sí destruye la confianza.
Se equivocan el actual régimen y sus operadores cuando intentan de manera forzada fabricarse un nuevo anillo a la medida de su dedo, que pretenden utilizar para descargar su incomprensible y absurda fobia hacia las energías renovables y a la iniciativa privada.
¡Es un error que les costará muy caro a ellos y a todo México!