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Es tan clara la amenaza que el cambio climático representa para la humanidad, y tan estrecha la vinculación del origen de este fenómeno a las actividades humanas, que deberían ser suficientes motivos para mover nuestra consciencia e impulsar nuestras acciones encaminadas a alcanzar el objetivo de reducir a un estado de neutralidad las emisiones contaminantes, y garantizar un incremento de la temperatura media global anual por debajo de 1.5 grados Celsius.

Para esto, se precisa cultivar un deseo intenso y vehemente, que mediante la pasión, la determinación, el esfuerzo y la dedicación, nos lleve a alcanzar una meta muy grande y en apariencia inalcanzable. Se necesita ambición, mucha ambición. Pero además es necesario disminuir el tiempo que habremos de invertir en llegar lo más lejos que nos sea posible, o sea que necesitamos velocidad, mucha más velocidad.

El gran dramaturgo y naturalista alemán Johann Wolfgang von Goethe, decía que “ambición y amor, son las alas de las grandes acciones”. Doscientos años después, sus palabras regresan a reclamar su poderosa vigencia. Como nunca, el desafío existencial de los habitantes de este planeta requiere que nuestras acciones de respuesta estén perfiladas y motivadas por una mayor ambición, y una mayor velocidad.

Hace apenas unos días, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, presentó al Congreso de ese país, su American Jobs Plan, para solicitar la aprobación del presupuesto que le corresponde y que en su caso será ejercido en modernizar y fortalecer la infraestructura, remodelar una gran cantidad de edificios para hacerlos más sostenibles y preparar a los norteamericanos para los empleos del futuro.

A pesar de que el nombre destaca la importancia de su impacto en los empleos, en realidad el foco de este amplio plan está claramente puesto en la descarbonización absoluta de la economía estadunidense. Uno de sus ejes fundamentales consiste en exhortar al Congreso para que apruebe un estándar de energía limpia, que obligue al país entero a producir el 100% de su electricidad desde fuentes libres de emisiones de CO2, para el año 2035. Adicionalmente, dispone que el 40% de los beneficios de las inversiones en energía limpia y combate al cambio climático, se destinen hacia las áreas del país con mayor pobreza y desproporcionadamente pobladas por minorías raciales.

Este plan muestra sin duda altas aspiraciones e impone metas dentro de plazos relativamente cortos, por lo que es posible afirmar que incluye los dos elementos que motivan hoy esta columna: ambición y velocidad.

En cambio en México, en el desastroso reino del absurdo en el que se desenvuelven los funcionarios del régimen morenista, la gran ausente es la ambición. Se pregona como si fuera un valor una falsa austeridad republicana, que en realidad no es más que ruindad y abandono. Lo que sí tienen es una gran velocidad, pero lamentablemente con la palanca puesta en la posición de reversa.

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