El regreso del Príncipe Valiente
El poder de la pluma
Ahora que la editorial Planeta DeAgostini ha comenzado a reeditar “Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo” (su nombre original), surge la oportunidad de leer y revalorar esta historieta bajo la óptica del Siglo XXI. Publicado por primera vez el 13 de febrero de 1937, el cómic del canadiense Harold R. Foster constituyó todo un parteaguas en su momento, ya que por esos días el mercado editorial se encontraba inundado por tiras cómicas cuya temática se encontraba orientada hacia la ciencia ficción con títulos como Buck Rogers y Flash Gordon.
Los superhéroes como los conocemos aún no habían nacido (Superman aparecería un año después, en 1938) y Foster, que había dibujado a Tarzán, Lord de Gresytoke, tuvo la idea de hacer algo diferente a la tendencia imperante en los periódicos. De entrada, rechazó el futurismo y los temas cósmicos, remontándose al siglo V, en plena Edad Media para ambientar su historia.
Para ello, se documentó consultando libros de historia, visitando museos y leyendo las clásicas novelas de caballería, en especial las que corresponden al mito artúrico. Valiente es hijo del Rey de Thule, reino imaginario del cual ha sido despojado, siendo desterrado a las marismas de la mítica Albión. Es ahí donde el joven e intrépido chico primero se vuelve un experto cazador, aspirando a convertirse en uno de los caballeros de la legendaria Mesa Redonda de la idealizada Camelot, fungiendo como escudero de su tutor Sir Gawain.
Lo anterior es capitalizado por Foster para narrar una historia épica con tintes fantásticos, en la cual salen a relucir auténticos valores humanistas como el honor, la lealtad, la valentía y la razón. Esto último es de vital importancia y reviste una especial relevancia en la actualidad, donde la rancia moral de la religión y los templos del pensamiento mágico comienzan a resquebrajarse.
Valiente, al contrario del caballero Don Quijote, desface entuertos haciendo uso de su arrojo e inteligencia, y donde otros ven dragones, ogros y gigantes, él corre el velo de la superstición para mostrarnos a lagartos, rufianes y molinos de viento. En este caso, el elemento fantástico únicamente es utilizado como licencia narrativa e histórica para la construcción de personajes como su esposa Aleta, que rompe el arquetipo femenino de la época para constituirse en una auténtica compañera de batallas como una sagaz y brillante estratega.
Por otro lado, Foster introdujo algunas innovaciones formales en la historieta: en lugar de una tira, sus entregas semanales ocupaban una página completa de los diarios; en vez de diálogos en forma de bocadillos, sus textos se encontraban a pie de viñeta, dándole primacía a sus detalladas ilustraciones y brindando una calidad literaria inusual en los cómics; asimismo, cuenta de manera cronológica la evolución de los personajes, por lo que vemos a Valiente crecer, casarse e incluso tener hijos, cuestión que hasta la fecha no ocurre con otros personajes de ficción que permanecen inamovibles en el imaginario colectivo, motivo por el cual la creación de Foster continúa publicándose 82 años.