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“Donde la esperanza no existe, no puede existir el esfuerzo”. Es frase de Rochefoucauld y qué buena es para poder aplicarla en esta pandemia. Vivimos en la esperanza de que Dios nos salve al morir, y la fincamos en Dios porque de la esperanza nace la confianza. Hoy estamos llamados a vivir el amor de Dios y a ser portadores de la buena nueva: ¡la esperanza!

“Ser santo no es hacer cosas extraordinarias, sino hacer de las cosas ordinarias, cosas extraordinarias”. Es motivar a nuestro prójimo con nuestra palabra, nuestros actos y nuestras acciones. “Es agradable ser importante, pero es más importante ser agradable”. ¿Quieres ser importante?, deposita tu fe en Dios y siente en él una fuerza tremenda que te hará actuar en bien de tus semejantes. Bien dijo Juan Pablo II: “Para vivir, el hombre tiene necesidad de la esperanza, que únicamente Dios puede otorgarle”.

Hay que tener fe en Dios basándolo en tres conceptos: 1.-Que es todopoderoso; 2.- Que él siempre cumple sus promesas; y 3.-Comprender y entender que Dios es sabio y sabe lo que nos conviene. Tal vez hoy Dios está pensando en ti y desea lo mejor para ti, pero ¿tú lo estás esperando? Dios no te deja solo y al aire. Él desea que te salves y te da los medios. Cada quien recibe lo que espera, si pedimos con fe, constancia y perseverancia, generaremos la esperanza.

Hoy, en este encierro por la pandemia, tu familia no desea que les des sermones y les impongas tu autoridad con gritos y regaños. Desea tu amor incondicional y tu apoyo en los momentos de crisis emocional. Tu pareja te necesita hoy, porque sin ti no se puede realizar como un ser humano. Hace falta que muchas personas prediquen la palabra de Dios, pero hace más falta que se predique con el ejemplo en ser transmisores del amor. Entendiendo que obras son acciones y no buenas intenciones. El infierno está lleno de buenas intenciones.

En esta pandemia, nosotros somos los enviados por Dios para realizar milagros. Ese tu hermano, tu prójimo o tu hijo que está en depresión, Dios necesita de tu persona para poder realizar sus milagros y darles su ayuda. Hay tres preguntas que pueden hacerte reflexionar hoy: ¿Das testimonio con tu ejemplo? ¿Das tu vida en servicio y lo haces con amor? ¿Das tu tiempo para los que no tienen tiempo?

Cuida tus huellas, porque pueden ser la Biblia para muchos que te observan. Nosotros podemos ser puente y escalera para llevar a nuestros hermanos a la salvación. Empecemos con nuestra familia, con la pareja y con los hijos. Ellos están esperando un cambio en tu persona para que muera el hombre amargado y neurótico que se anidó en tu cuerpo, y desean que nazca un nuevo hombre con alegría, optimismo y esperanza, que sea generador de amor, paz y concordia.

Si buscas contacto con Dios, lo puedes encontrar al hacer contacto con tu prójimo. Porque el idioma que Dios usa para comunicarse con las personas somos nosotros mismos. Seamos la palabra y el amor encarnado de Dios, al dar nuestras obras y nuestras acciones con amor y esperanza.

Si la esperanza es el camino de la felicidad, vivir no es más que estar en el camino de la esperanza. Porque la esperanza es la fuerza que nos llena de ánimo cuando estamos desesperados. Bien dijo Cowley: “La esperanza es el único remedio universal y barato para todos los males que el hombre sufre”. Ánimo, tengamos esperanza, ¡vamos a salir de esta pandemia!

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