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Me decía mi madre con frecuencia: Roberto, ¡esfuérzate por ser feliz! Y completaba: “Cuánta nota escondida hay en el fondo de tu alma que yo quisiera escuchar”. Con eso me indicaba que debemos de abrir nuestro corazón y externar nuestros sentimientos. Porque un sentimiento no externado y no verbalizado puede llegar a destruirnos. Hay que amar la vida y vivirla con todas nuestras fuerzas, porque es el único regalo que no recibiremos dos veces. La Felicidad está dentro de uno, no al lado de alguien.

A tus padres, pareja e hijos ¿les das amor? El amor no se oye, se siente, por eso no hay que decirlo, sino ¡hay que demostrarlo! Debemos tener presente que nuestra felicidad depende de una sola persona, y esa persona… ¡soy yo! Cuando recibimos de los demás la fuerza para entendernos, aceptarnos y amarnos a nosotros mismos, los problemas sintomáticos (sean cuales fueren) desaparecen maravillosamente. Debemos recordar que la vida no debe ser perfecta para ser hermosa. Si te rindes hoy, de nada habrá servido el esfuerzo que hiciste ayer.

El psicólogo Carl Rogers ofreció unos consejos con ideas revolucionarias. Afirmaba que todos tenemos el mismo problema, pero con diferentes síntomas. Y sean cuales fueren los síntomas, el problema será siempre el mismo. Según Rogers, no nos entendemos, ni nos aceptamos, ni nos amamos a nosotros mismos. Este problema puede aflorar de forma violenta con la manifestación de una enfermedad corporal (dolor de cabeza o de espalda, síndrome de vértigo, una contractura de espalda o, lo que es peor… ¡un cáncer¡). No nos ofrecemos a nosotros mismos comprensión, aceptación y amor.

Todos los días debemos tratar de olvidar lo que nos hizo daño, pero nunca olvidar lo que nos enseñó. Detrás de cada persona valiente y decidida hay una historia que la hirió y la hizo más fuerte. Debemos tomar distancia de las personas que nunca admiten que están equivocadas y siempre tratan de hacernos sentir que todo es culpa nuestra. Porque los errores no se niegan, se asumen; la tristeza no se llora, se supera; el amor no se grita, se demuestra; una amistad no crece por la presencia de las personas, sino por la magia de saber que aunque no las veas las llevas dentro del corazón.

Por todo lo anterior, el psicólogo Roger sugiere que en lugar de enfocar los síntomas debemos aceptar sencillamente a las personas tal como son. Lo que debemos hacer también es repetir en forma incesante con nuestra mente: “Te acepto, te comprendo, me intereso en ti”. Si podemos comunicarnos, esta aceptación de unos a otros, todos creceremos individualmente en la comprensión personal y en la aceptación.

Buena es la frase de Gandhi: “Amo a las mariposas porque ellas me hacen recordar que en la vida todo se transforma siempre”. No debemos guardar rencor a nadie. No vale la pena guardar cosas innecesarias en nuestro corazón. La vida se encargará de darle a cada quien lo que merece.

Decía Schopenhauer: “No pongas la llave de tu felicidad en el bolsillo de otra persona. A quien actúa con maldad hay que desearle suerte. Tarde o temprano la va a necesitar”. Siempre la vida nos da la oportunidad de escribir, corregir y mejorar nuestra historia todos los días. La aventura más maravillosa no es llenar de sueños nuestras vidas, sino hacer de cada momento algo tan fuera de lo común que parezca un sueño al recordarlo. El amor, aunque sea dulce, siempre tiende a agriarse, pero si lo mezclas con sabiduría y madurez, va a perdurar toda la vida.

Guardo en el corazón las enseñanzas de mi madre y no olvido su frase preferida: “No esperes tenerlo todo en la vida, ya tienes la vida para disfrutar de todo”

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