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En la entrega pasada hablamos sobre las nuevas vertientes que surgieron dentro del periodismo, como el narcotráfico, comunitario o ciudadano, derivado de la accesibilidad que otorgaron las diferentes plataformas digitales, en donde ya dejó de importar la opinión de los políticos y sus cofradías, sino el acento está puesto en el punto de vista de los ciudadanos, de sus problemas y su entorno. Esto generó que muchos periódicos concedieran más relevancia a las quejas ciudadanas, para tratar de convertirse en portavoces ante las autoridades.

Pese a este intento de convertirse en puentes entre ambos interlocutores, las nuevas vertientes periodísticas conservaron su predominancia en el gusto del público, porque las calificaban como esfuerzos autónomos sin intereses de grupo, es decir, sabían que cualquier medio era potencialmente silenciado a cambio de un buen porcentaje de publicidad, mientras que las páginas surgidas de los ciudadanos no.

Pese a lo loable de estos esfuerzos por colocar la opinión del público en las discusiones dentro de los programas y proyectos gubernamentales (tanto que las actuales administraciones tienen oficinas dedicadas al monitoreo de redes sociales), también se abrió el camino para aprovecharse del impacto de las publicaciones para desestimar adversarios políticos, conseguir presupuestos o exprimir dinero de algún funcionario para “bajar una nota” o que aprueben los montos que exigen para un evento.

¿Cómo operan? Es sencillo, muchos abren una página, por ejemplo de cultura, para iniciar compartiendo boletines de prensa, adquiriendo seguidores o convenciendo a personajes del medio artístico para colaborar en esos espacios para brindarles cierta reputación y, a largo plazo, convertirlos en monedas de cambio en sus transacciones en las oficinas de prensa o pláticas con los funcionarios del ramo. Con la aceptación de las primeras negociaciones y beneficios del sistema, transforman en hábito este proceso.

Es fácil percibir este tipo de páginas dedicadas al chantaje. Primero están a favor de todas las iniciativas que surgen del gobierno, claro siempre y cuando siga el favoritismo en la entrega de recursos y asignación de convocatorias; pero cuando tratan de romper esa asociación es fácil mirar la aparición de pequeñas notas criticando un proyecto o una acción, tratando de venderse ante su público como una entidad crítica, cuando al final esa nota sirve para ir con los funcionarios para amenazarlos con continuar publicando esos “errores” si no les otorgan categorías o eventos que puedan cobrar.

Estas notas pueden detectarse fácilmente porque los administradores de éstas en las redes sociales pagan publicidad para tratar de viralizarlas, ampliar el número de me gusta en ellas o que sean comentadas, aprovechando el interés que tienen ahora los funcionarios por mantener una imagen correcta en sus cuentas en redes sociales. Aquí lo importante es evitar caer en estas formas de chantaje, que sólo demeritan a la institución por ayudar a perpetuar estas prácticas así como a los medios que les otorgan voz.

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