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En otros escritos hemos comentado sobre los hechos más relevantes que tenemos dentro de nuestra historia literaria, como el asesinato de Efraín Calderon Lara, el Charras, las protestas estudiantiles en 1969 por la matanza de Tlatelolco (muy poco examinadas más que en algunas notas sueltas de la época), la muerte de Jacinto Canek y la Guerra de Castas, sucesos que marcaron con sangre nuestra identidad como yucatecos, aunque muy poco explorados en nuestra literatura, salvo que sirvan como marco de fondo para otras historias que dejan de lado los motivos y las causas de esos movimientos sociales.

Principalmente la Guerra de Castas, que ocurrió a mediados del siglo XIX y cambió de manera radical la geografía de nuestra península con la lucha de los mayas por liberarse de la esclavitud, pareciera que como ciudad tenemos una vocación para evitar hablar de cualquier tema que nuble la imagen de ciudad blanca, la cual se consiguió a sangre y fuego, aplastando los derechos de miles de personas.

Por esa razón, es grato mirar el estrenó en la plataforma virtual del teatro La Rendija la primera parte de la obra “Tu Cuerpo Partido”, con el libreto escrito por Germán Romero, Sasil Sánchez Chan y Raquel Araujo, explorando el pasado de nuestra identidad como yucatecos a través de una serie de vidas que se trasponen unas con otras hasta darnos forma como habitantes de un suelo donde no pasa nada y ocurrió todo: Yucatán.

La memoria, la Guerra de Castas, son piedras lanzadas al mar de los recuerdos, caen, revuelven nuestro universo, generan ondas que explotan muy adentro del insomnio de un hombre consumido por su historia. En la obra el personaje se desdobla confiriéndole a cada elemento dentro de la habitación un poder ancestral, cada contacto con piedra o metal le permite viajar hacia su tiempo interno, tratando de comprender los caminos perdidos, ir dentro de sus heridas personales para comprender su herencia.

Así como el mar, la memoria actúa como olas que golpean su cuerpo hasta partirlo, hasta convertirse en una metáfora sobre su madre, la orfandad como esa sal de la costa simbolizando el ardor de sus heridas. Pero cuando viajamos a la inversa, nada ocurre por azar, cada elemento juega un papel importante para comprender quiénes somos, por esa razón cada recuerdo de 10, 20 ó 40 años atrás nos hace mirar esa estela de objetos que guardamos sin razón aparente, hasta que la memoria arroja una nueva luz sobre ellos.

Además de resaltar el racismo y la desigualdad social aún vigentes, esta pieza teatral sin duda destaca por el componente poético que realizó Sasil Sánchez, porque la memoria al final es poesía, metáforas y palabras que cambian su significado para levantarse e impregnarse en nuestra biografía, palabras que son caminos recorridos y promesas por cumplir. Esperamos la segunda parte, donde miraremos a qué fragmento de la memoria nos lleva la palabra poética.

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