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Hace ya más de una década participé en unas consultorías para un programa de cobertura de salud dirigido a poblaciones mayas financiado por el Banco Internacional de Desarrollo y aplicado por la Secretaría de Salud de Yucatán. En ese conocer la percepción de la población abierta que acude a nuestro hospital regional de la avenida Itzaes, escuché el camino de calvario que recorren nuestros coterráneos empobrecidos.

Desde que son captados por la Atención Primaria de Salud (APS) y referidos a un segundo nivel (Hospital O´Horán), los dolientes, por lo prolongado de las citas, tienen probabilidad de recuperarse o fallecer. Pregunté muchas veces a importantes directivos de la Secretaría la razón del porqué nuestro más importante hospital concentrador de los vulnerabilizados por la pobreza tuviera visibles carencias estructurales y de abastecimiento; la respuesta fue replicada por otros funcionarios: “Este hospital es un hoyo negro, todo dinero que se le meta es insuficiente”.

El sistema de salud en nuestro país es un laberinto inexpugnable, independientemente de los colores que hayan gobernado, nadie ha presentado un proyecto de mejoría de un derecho humano básico para el desarrollo del individuo y la comunidad. La fragmentación de los recursos para la salud afirma la desigualdad entre los ciudadanos. Observe, estimado lector, si yo soy un burócrata federal, maestro de la federación o trabajador del Estado, acudo al Issste, ahí las prestaciones médicas y prerrogativas son mayores; si usted es un trabajador del gobierno del Estado o simple empleado de un patrón, tendrá que acudir al Seguro Social, donde la calidad de atención corre por los suelos y los medicamentos siempre están por llegar y sus prerrogativas dependen de si su patrón es de la iniciativa privada o del gobierno estatal; los trabajadores del estado solo gozan de seguro médico.

Los militares cuentan con un enorme hospital, lo merecen, es cierto, pero una enfermedad le duele lo mismo a ellos que al barrendero del Ayuntamiento, y ni diga de los Centros de Salud Urbanos o Rurales o Comunitarios, o las Unidades de Salud Rurales del IMSS y sus hospitales del Seguro Popular; todos, todos padecen de enfermedades crónicas, irreversibles y mortales por necesidad, todos son inoperantes.

¿Qué hacer? Si la salud es un derecho humano insustituible, y si todos los mexicanos somos iguales, por qué fraccionar en esquemas de aseguramiento a los ciudadanos provocando altos gastos administrativos; eso es contrario al derecho humano a la salud. Lo primero es crear un verdadero sistema de salud igualitario, pertinente y accesible a todos, y luego invertir en la promoción y prevención primaria de la salud. Las cifras son claras en las zonas rurales, según el Coneval, en 2017, existía un médico por cada 1,000 habitantes, en el mismo contexto en Cuba existen 5.9 por mil. Reflexione sobre la comparación.

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