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En la feria del libro en Arteaga, Coahuila, en uno de los auditorios de la universidad en donde se realizaba el festival, se estaba proyectando el documental: Rosario. La memoria indómita. Al término de la proyección escuché a Shula Erenberg, la productora del documental, hablar de Rosario Ibarra, de quien realmente yo sabía poco. Erenberg vive en México y acompañó a sus padres en el exilio de su país natal Argentina en uno de los periodos negros de la historia conocido como la guerra sucia, que también se practicó en nuestro país.

Rosario, se diría en los tiempos modernos, era una mujer fifí. “Vivía feliz, fui niña feliz, joven feliz, esposa feliz; hasta que me alcanzó el zarpazo de la represión”. Su historia comienza cuando su hijo Jesús Piedra es detenido por el ejército, acusado de ser miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre. A partir de su detención nada se volvió a saber de él. Fue un desaparecido político víctima de la represión.

Cabe aclarar que la represión es una forma de violencia ejercida por el Estado contra quienes disienten del discurso oficial y ninguna forma de ejercer el poder esta exenta de practicarla. Lo han hecho los gobiernos de izquierda: comunistas, socialistas, indigenistas; lo han practicado los diversos tonos de derecha: liberales, capitalistas, conservadores. Ninguna ideología se encuentra libre de utilizar esta arma falaz. Siempre existirá la tentación de reprimir, aunque quizás ya no con la violencia anterior, porque ahora existen formas sutiles e invisibles de ejercer el poder.

Encontrar a su hijo Jesús se convirtió para Rosario Ibarra en su motivo de vida. Sus hijos crecieron bajo la sombra de una mujer de la que hasta su sonrisa se matizaba de rastros de tristeza. Han pasado 44 años, casi nada como medida de tiempo, la generación de jóvenes a quienes no les interesa mucho la historia ignora que todavía existe una generación que sufrió por la disidencia política.

Por alguna razón de seguridad en la literatura mexicana existen pocos títulos sobre el tema de la guerrilla rural y urbana de México. Uno de ellos es Al cielo por asalto, de Agustín Ramos; este trabajo es considerado extraordinario porque desenmascara la paz oficial, cuando en realidad existía un movimiento guerrillero que mostraba una realidad hiriente y dolorosa. Otro título es ¿Por qué no lo dijiste todo?, de Salvador Castañeda, que relata la vida de los guerrilleros en la prisión de Lecumberri.

Recientemente la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ofreció disculpas gubernamentales a la ex guerrillera Martha Alicia Camacho Laiza y su pareja, ultimado extrajudicialmente por cuestiones de discrepancia ideológica.

La sombra de Rosario Ibarra estuvo presente. Rosario fue dos veces candidata a la Presidencia de la República. Ver este documental es una experiencia que llama al uso pleno de los derechos humanos.

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