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Es ahora o nunca. Nos subimos al tren del desarrollo o nos quedamos en el rezago ancestral del territorio peninsular. La brecha de desigualdad entre la región norte y sur del territorio nacional no va a desaparecer por simples deseos o por inercias, es imperativo crear la infraestructura de movilidad que permita el desplazamiento a los mercados internacionales de la producción peninsular, el proyecto se encuentra concebido y avanza contra los obstáculos que se encuentra en el camino de hierro. No se trata de un capricho presidencial, realmente es la concreción de un proyecto incubado por décadas. El tren de pasaje y carga es una necesidad.

El panorama ferroviario internacional es un reto por responder, la interconectividad ferroviaria entre los países socios del T-MEC y Centroamérica es un hecho; la península no puede cerrar los ojos a la modernidad o nos pasarán tres strikes consecutivos. Las empresas Canadian Pacific Railway y la Canadian National Railaway pujan con posta de millones de dólares para comprar a la poderosa empresa Kansas City Southerm (KCS), la cual tiene subsidiarias en México con la razón social de KSS México, Ferromex y Ferrosur; esta millonaria operación financiera es una estrategia para construir un gran corredor de transporte entre Canadá, el medio oeste y noroeste de los Estados Unidos y el territorio de México. Frente a este panorama de interconexión, Guatemala se apunta para incorporarse a la infraestructura ferroviaria y no es para menos, en este país la inversión de la iniciativa privada mexicana ocupa notorio porcentaje.

El proyecto es ambicioso y crearía un liderazgo en el trasporte ferroviario de alto impacto en los tres países comprometidos, los puertos mexicanos de Veracruz y Lázaro Cárdenas por mirar a dos grandes océanostienen futuro promisorio. En el mapa de la red, no aparece el sureste con el tren Maya y el Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, el primero en una etapa de construcción y el último en rehabilitación para convertirlo al formato de transporte multimodal.

Si hipotéticamente el tren Maya no pudiera sintetizarse, la península quedaría aislada del mercado del T-MEX, no así el sureste, ya que el Ferrocarril del Istmo tiene oficialmente asignada la línea férrea hasta Palenque, Chiapas, que se encuentra en rehabilitación, nosotros los peninsulares regresaríamos al pasado ya superado de ser una “isla” dependiente únicamente del turismo y del consumo interno.

De ahí que la concreción del tren Maya, es una obligación para lograr la industrialización de esta zona. El denominado Polo Tecnológico del Bienestar, surge como alternativa a las canceladas Zonas Económicas Especiales con sede en Yucatán, es un fuerte atractivo para inversiones tan necesarias para paliar el daño económico causado por la pandemia aún predominante. Es ahora o nunca.

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