|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Las sociedades modernas han caído en un desencanto con respecto al mundo, su realidad y su evolución; esta manera de ver el mundo se conoce como postmodernismo, en él se asegura que vivimos en un mundo duro que no se puede mejorar y no hay manera de cambiar a la sociedad, que hoy se puede vivir sin ideales y lo importante será sentirse bien.

Jean Francois Lyotard acabó definiendo la postmodernidad como la incredulidad ante las grandes ideologías. El cristianismo había traído como guía la existencia Dios y la salvación, la Ilustración a la razón y la ciencia como guía de la vida, el marxismo propuso como faro de la humanidad el final de la lucha de clases y el capitalismo vino a dar sentido a la vida a través de lograr la abundancia para todos. Para Lyotard las grandes guías habían terminado, cada quien sería su propio faro.

En otras épocas un refrán aseguraba: “En el país de los ciegos el tuerto es rey”, pues bien, ahora ya no existen tuertos que guíen a ciegos; ahora con la relativización surgida del postmodernismo vivimos en un mundo de ciegos, sin faro, sin guía y sin ideal supremo que conduzca la vida. Comienzan a abundar seres humanos que viven acobardados, a la defensiva y angustiados ante los cambios vertiginosos de nuestra sociedad y el ritmo de vida frenético.

En esto se encuentra la raíz del miedo en el que vive el ser humano actual: el padre que tiembla ante el futuro de sus hijos, los estudiantes ante la posibilidad de que al término de sus estudios estén sin trabajo, los enamorados ante la idea de compartir la vida al casarse.

El miedo es una reacción instintiva y natural en el hombre, que incluso en el camino de nuestra evolución ha sido benéfica porque nos alertó de los peligros que nos rodeaban; sin embargo, un miedo exacerbado en nada nos beneficia. Consideremos que la mejor manera de equivocarse al juzgar es hacerlo basándonos en el miedo, ya que si el miedo puede ser útil al ser humano, cuando se convierte en pánico nos conduce al fracaso.

No menos grave es que el que mira el mundo a través del miedo solo encontrará amenazas en él; lo importante no es lo que vemos, lo importante es cómo miramos, qué interpretación le damos a los hechos y situaciones de nuestra vida; si nos dejamos seducir por el miedo, no veremos el mundo como realmente es, sino como nuestro miedo nos dicta que es.

Enfrentémonos al miedo desde la seguridad de lo que se cree; el problema es que en nuestro mundo postmoderno ya casi nadie cree en algo, ¿para qué? Muy bien haríamos en volver la vista a las grandes verdades ahora abandonadas y que guiaron los pasos de la humanidad. ¿Por qué no lo hacemos?, por flojera, porque esas verdades exigen compromiso y estamos más a gusto en nuestra comodidad a pesar del miedo que tenemos.

Lo más leído

skeleton





skeleton