Lisístrata: una historia de empoderamiento femenino
Verónica García Rodríguez: Lisístrata: una historia de empoderamiento femenino
Lisístrata de Aristófanes, es una de las obras más representativas de la literatura clásica y, a pesar de la distancia, vale la pena releerla a la luz del feminismo de estos tiempos. Las mujeres ya no querían que sus hombres — tanto atenienses como espartanos—mantuvieran una batalla estéril que debilitaba ambas ciudades y a ellas, pues se quedaban sin sus maridos durante mucho tiempo, si a caso sobrevivían.
Lisístrata convoca a las mujeres y las hace conscientes del poder que tienen sobre los hombres. Esta mujer inteligente organiza a otras y, unidas, se enclaustran para llegar a una resolución pacífica del conflicto, no a una paz ingenua, sino una negociación razonada. Lisístrata representa la razón ante la cerrazón de su antagonista: los hombres.
Durante la trama, las mujeres asumen el papel de mediadoras políticas, en contra de la concepción femenina de la época, donde la política era una actividad exclusiva para los hombres. Sin embargo, justo cuando algunas de ellas comienzan a desesperarse, deseando ir por sus hombres, llega Cinesias buscando a Mirrina, su esposa. Ella sale a verlo y, después de un jugueteo erótico, que nos hace pensar que la resistencia femenina ha fracasado, ella se aleja, dejando al marido desnudo y con deseo.
Los hombres van descubriendo que todos tienen la misma dolenciay que, por recuperar la posibilidad de sexo, están dispuestos a firmar la paz:
“–PRITANIS: ¿Quién puede decir dónde está Lisístrata? Pues nosotros los hombres estamos así tal cual (Descubriéndose).–EL CORIFEO: También esta enfermedad está al unísono con la otra. ¿Es que os ataca la tiesura por la mañana? –PRÍTANIS: ¡Por Zeus!, por pasarnos eso estamos hechos polvo…”.
Reunidos, enojados, humillados, desesperados, aún enfrentados unos con otros, buscan a Lisístrata. Sentiremos pena por los hombres y admiración por Lisístrata, aún con la duda de que el objetivo femenino será alcanzado.
Cabe señalar que la mujer griega estaba sometida al control masculino desde su nacimiento hasta su muerte; destinada a las tareas del hogar hasta su mayoría de edad, en que su matrimonio era arreglado por su padre. Así, del control del padre pasaba al control del marido, quien hacía posesión no sólo de su persona sino también de sus bienes, si los había.
El menosprecio a la mujer en la sociedad griega era tal, que la mujer ganaba cierto estatus al dar hijos varones, quienes, a diferencia de las hijas, quedaban bajo responsabilidad del padre. Pese a esto, muchas mujeres influyeron en el desarrollo de las ideas democráticas desde la sombra, siendo esclavas, cortesanas, concubinas, intelectuales y artistas.
Después de casi 2,500 años podemos decir que Lisistrata nos deja un prototipo de mujer moderna, liberada, adelantada a su época. Nos muestra por primera vez en la historia de Occidente la asignación de un papel político a las mujeres, mismas que toman decisiones y asumen su cuerpo como propio rebelándose al papel pasivo que la sociedad griega les había consignado, toman su sexualidad para sí mismas, poniendo por encima su feminidad consiente a su rol de madre, esposa o simple objeto sexual del varón