El cautiverio de Álvaro Mutis

Verónica García Rodríguez: El cautiverio de Álvaro Mutis

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Álvaro Mutis es considerado uno de los escritores hispanoamericanos más importantes de la literatura, quien ha trascendido con su obra a varias generaciones. Nació en Colombia el 25 de agosto de 1923 y falleció el 22 de septiembre de 2013 en México, país que fuera su hogar desde 1956.

Comenzó a escribir poesía desde joven, aunque no publicó nada hasta mediados de los años 50 del siglo pasado. Entre sus poemarios se encuentran Los elementos del desastre, donde presenta un personaje que será reincidente en su obra, Maqroll, el Gaviero, considerado un hito de la literatura de esa época.

Incansable amigo de la muerte, Álvaro Mutis canta frecuentemente el dolor del exilio, el deterioro del tiempo en la naturaleza humana y el amor a las cosas cotidianas, desde la lejanía. Sin embargo, mi relación con Álvaro Mutis no fue a partir de su poesía, sino del libro que escribiera en cautiverio: el Diario de Lecumberri (1960). Sí, el poeta estuvo preso en El Palacio Negro durante 15 meses mientras se definía a su favor un proceso de extradición a Colombia, acusado de malversación de fondos en la petrolera Esso. Esta experiencia, a tan sólo tres meses de su llegada a México, cambiaría su vida, hasta el punto de que sin ella ni sus novelas de Maqroll ni su poesía posterior hubieran existido. Decía: “En la cárcel estamos ante la verdad absoluta”.

“…Y así pasa el día en medio de signos, de sórdidos hitos que anuncian una sola presencia: el miedo. El miedo de la cárcel, el miedo con polvoriento sabor a tezontle, a ladrillo centenario, a pólvora vieja, a bayoneta recién aceitada, a rata enferma, a reja que gime su óxido de años, a grasa de los cuerpos que se debaten sobre el helado cemento de las literas y exudan la desventura y el insomnio”.

El Diario de Lecumberri es un conjunto de cuentos que nos hace sentir la prisión a través de una narración precisa y fragmentaria, nos cuenta diferentes días, diferentes momentos y nos presenta diferentes personajes. En esta obra se concentran las palabras de una imaginación que busca redimirse en lo que carece: la ciudad, la gente, los objetos, el dinero, el amor.

Más que hablar de sí mismo, el poeta relata un diario en el que cuenta las situaciones que sentencian a muchos de los presos a quedar “libres por defunción”. El Señas, el Ford, el Jarocho, el Tiñas, el Tintán, Pedro el de la tienda y algunos más, todos tecateros, adictos a la heroína, mueren por la droga mala, la tecata balín, una heroína falsificada que acaba con ellos de una manera humillante.

Son pocos los autores que han escrito acerca de la cárcel, entre los que también se encuentran Heriberto Frías y por supuesto, José Revueltas con El Apando, otros más como Mateo Alemán y el mismísimo Cervantes escribieron desde su cautiverio.

Álvaro Mutis nos permite entrar a este mundo de encierro, de una manera sutil, que posibilita incluso la entrada de adolescentes curiosos. Leer la prisión es una manera también de leer la libertad.

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