¿Aún le temes al vuelo del vampiro?

Verónica García Rodríguez: ¿Aún le temes al vuelo del vampiro?

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Si todos recordáramos que pronto estaremos muertos —la pandemia no parece haber sido suficiente—, seguramente terminaríamos de leer aquel libro que dejamos en el cajón el año pasado, abrazaríamos aquella persona que tanto amamos, miraríamos de forma diferente el cielo, sembraríamos un árbol, haríamos una lista de cosas que no nos perderíamos de hacer. Por fortuna, hubieron quienes no tuvieron que esperar ese límite y antes de abandonar este mundo escribieron obras que valen la pena leer o releer en esta época. Tal es el caso de Mary Shelley o de Bram Stoker, cuyos nombres quizá podrían parecernos lejanos, pero no así sus personajes, quienes dieron nombre a sus novelas: Frankenstein y Drácula.

Lord Byron retó a los Shelley a componer una historia de terror. Días después, una pesadilla de Mary Shelley, generó la primera historia moderna de ciencia ficción y una maravillosa novela de terror con el entrañable personaje gótico que hoy todos conocemos: Frankenstein o El moderno Prometeo.

Drácula, por su parte, es otra de las celebres novelas de terror. Stoker escribió acerca de Vlad Tepes, conocido como El empalador, llamado así por su costumbre de empalar a hombres, mujeres y niños, entre otras torturas, y cuya debilidad era la sangre humana.

Otro de los escritores del miedo ha sido Alfred Hitchcock, maestro del suspenso y el thriller cinematográfico. Sin embargo, la popularidad de sus libros se vio rebasada por sus películas.

Así, el fenómeno, especialmente en el público adolescente, ha sido la enorme demanda de los libros de vampiros y licántropos, también adolescentes. Esto, junto con las historias de brujas y hechiceros, como las zagas de Harry Potter, Crepúsculo, Luna Nueva, Amanecer y otras más, que le dieron un nuevo auge a la lectura entre los jóvenes.

Recordemos que en el camino de la lectura, el ingrediente principal, como en los mejores hechizos, es el placer; que en la medida que va creciendo, va incrementando la voracidad y el deseo de abarcar más y más géneros. Ese es el peligro. El gusto se va transformando en la medida en la que vamos leyendo más y más; y la necesidad de leer también va en aumento.

Por eso, no podemos perder la oportunidad de estas épocas en las que el misterio, la espiritualidad, la misticidad y la convivencia se mezclan para explotar, sobre todo, con los niños y jóvenes esa curiosidad que surge sobre los temas de la muerte, los fantasmas, espíritus y monstruos. Podemos explorar desde lo universal hasta nuestras costumbres, muy nuestras, desde la literatura mexicana hasta la de nuestros escritores yucatecos.

Sea Drácula, Frankenstein, Pedro Páramo, Crepúsculo, Los fasntasmas mayas, lo importante, es que nos demos la oportunidad en estos días de noviembre de tomar un baño de luna llena, con velas o sin velas, justo a la medianoche, con un libro abierto, el que sea, no importa… quién sabe qué pueda pasar…tal vez vuele de nuevo el vampiro…

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