Una filosofía de la colectividad

Verónica García Rodríguez: Una filosofía de la colectividad

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Según Isaac Carrillo en la lengua maya se usa la palabra Láak’, láak’tsil, que significa “hermano, compañero, amigo, o pariente”. Decir: Anae’ in láak’, significa: “Ana es mi hermana, compañera, amiga o pariente”.

La palabra láak’ también se usa para referirse al concepto “otro”; por ejemplo: in k’áat u láak’ janal que significa: “quiero otra comida”. En términos simples pareciera no tener relación alguna entre el concepto hermano, amigo y pariente con lo “otro”, pero si analizamos de manera profunda y desde la perspectiva maya, nos podremos dar cuenta que toda persona, quien fuera que sea, es nuestro “otro yo”.

No es casualidad que en las comunidades mayas aún exista el concepto de trabajo colectivo, comunitario, el que es de todos y para todos, ya que cuando se lleva a cabo una actividad, cualquiera que fuere, los beneficiados serán muchos y no uno solo. En la cosecha colectiva, la siembra, la construcción de casas, el respeto comunitario está presente, no existe cabida para el egoísmo y mucho menos para la violencia.

La filosofía del trabajo comunitario en la cultura maya, como en otras culturas originarias, viene desde el principio de los tiempos. Según el Póopol Vuuj, cuando los Yuumtsiles crearon a los hombres de maíz, los nombraron: Báalam Kitsej, Báalam Áak’ ab, Ma’ukutaj e Ik’il Báalam, siendo ellos, nuestros primeros padres y madres. Estos recorrieron y poblaron la tierra viviendo y trabajando en comunidad; a diferencia de la génesis judeo-cristiana, en la que el hombre fue creado único y al sentir la necesidad de contar con una pareja, le fue creada la mujer.

Las diferencias entre ambos relatos de la creación son muy significativas, ya que en el primero se fomenta la colectividad y la igualdad; mientras que en el otro, se favorece la individualidad y la discrepancia.

La cultura maya encierra aún muchos misterios, pero la enigmática presencia de su legado mantiene el interés, cada vez más creciente, de los investigadores, quienes han ayudado a interpretar una concepción del mundo y de la vida que está implícita en los edificios, los saberes, la lengua y la tradición maya, y que a su vez, también pueden leerse en textos de los poetas mayas contemporáneos, así como en los testimonios de los últimos sacerdotes, curanderas, comadronas y en la tradición oral popular de los habitantes de estas tierras.

Sin duda, en el pensamiento maya encontramos otra concepción del ser; una visión de la mujer muy diferente a la de occidente; una idea libre y abierta del cuerpo que se vio nublada por la influencia del cristianismo; una concepción, casi pitagórica, de los números y las matemáticas como eje del orden universal, entre otras ideas que rigen la vida de esta cultura, más allá de una relación con la divinidad.

Pero sobre todo, la mirada colectiva que se contrapone con el individualismo que sostiene la vida actual: el yo, primero yo, y después yo. Bueno sería aprender que la base de la solidaridad y el trabajo es para un bien colectivo, no sólo pensando en el presente sino en las nuevas generaciones, porque los que vendrán, de alguna manera, también somos nosotros

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