Era cuestión de tiempo
Verónica García Rodríguez: Era cuestión de tiempo
La aprobación del matrimonio igualitario en Yucatán dejó al descubierto la gran cantidad de ciudadanos que desea la igualdad de derechos, porque todos tenemos algún familiar, amigo o conocido homosexual. Siempre lo hemos sabido y los hemos amado en privado. Pero, desde el 19 de abril de 2019, cuando el Congreso del Estado negó la propuesta por segunda ocasión las redes sociales se llenaron de voces que expresaban en público ese amor por el otro, su deseo de que todos nos veamos iguales y disfrutemos de los mismos derechos.
Sabemos que matrimonio no garantiza amor ni una familia feliz. Existen innumerables matrimonios heterosexuales que se han casado por conveniencia y hasta en contra de su voluntad, matrimonios que han producido familias disfuncionales, con violencia para las mujeres y los hijos; matrimonios que han terminado en feminicidios, incestos y, cuando menos, en divorcios. Pero, aun así, el matrimonio –que no es un acto natural sino un contrato civil—, permite dar un reconocimiento social a la pareja, brindarle seguro médico, tomar decisiones en caso de enfermedad, muerte o defunción, asegurar el destino de los bienes adquiridos, muchas veces, entre ambos.
Quienes votaron en contra y las voces que rechazan la actual aprobación de los matrimonios igualitarios, me recuerdan a aquellas mujeres que invadieron el Congreso del Estado en 2019 para rezar durante la sesión legislativa y pedir que no se aprobara dicha ley, con bases en creencias religiosas, olvidando la laicidad del Estado.
Estás personas olvidan que, según los preceptos cristianos, el onceavo mandamiento es “ámense los unos a los otros”, olvidan también que Jesús, el hijo de Dios, fue uno de los pensadores más progresistas de la historia, que se enfrentó a las autoridades de su época para romper las diferencias. Rescató a la mujer adúltera que estaba siendo lapidada, confrontando: “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Actualmente, se cree que esta mujer fue María Magdalena, a quien por siglos la iglesia llamó “prostituta” y que a partir del 10 de junio de 2016 la reconoció como santa.
Asimismo, cuando Jesús dice al centurión que irá personalmente a curar a su joven sirviente que estaba muy enfermo, el centurión responde: “No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarlo”, porque esto implicaba que un judío entrara a la casa de un soldado, enemigo del pueblo, pero a Jesús no le importó, sino que además lo puso como ejemplo de fe a sus discípulos.
De esta manera, los cinco diputados que votaron en contra y quienes trabajan para demeritar los matrimonios igualitarios son como aquellos fariseos que ejecutaron a Jesús, al no comprender el mensaje de amor que implica la aceptación del otro, principio fundamental para vivir en igualdad de derechos y condiciones.
Por fortuna, los cambios son inminentes, sólo era cuestión de tiempo. La cerrazón y cobardía de algunos impulsó a la sociedad yucateca a expresarse sin miedo, sin ocultarse, a favor de sus familiares, amigos y conocidos de la comunidad LGBTTT, para que puedan decidir ejercer su derecho al matrimonio, como cualquier pareja, por el simple hecho de ser ciudadanos.