Antiguamente, a las armas largas, principalmente de uso militar, se les conocía como “fusiles”. Éstas solían tener el ánima (interior del cañón) lisa, y disparaban balas esféricas, normalmente hechas de plomo. La forma esférica de la misma hacía que los cambios de posición de la bala en la trayectoria no fuesen muy importantes a distancias cortas (hasta 100m), pero la influencia de las fuerzas aerodinámicas sobre la bala producían grandes desviaciones en las trayectorias a larga distancia, de forma impredecible (el efecto es similar al que se produce cuando un lanzador de béisbol hace rotar la pelota al lanzarla: esto puede producir una curvatura mayor o menor en la trayectoria, según la rotación que le imprima. En el caso de las balas esféricas y el cañón de ánima lisa, la rotación de la bala era algo completamente aleatorio).

Para aumentar la precisión de los disparos a larga distancia se empezó a utilizar la técnica de “rayar” el ánima del cañón en forma helicoidal, en forma de rosca, pero con un paso muy largo. Esto hacía que las balas salieran girando del cañón con una rotación mucho más predecible, y al mismo tiempo posibilitó el uso de balas no esféricas, sino en forma de huso alargado, más aerodinámicas, las cuales se desplazaban siempre con la punta hacia adelante, en parte por la estabilización que les daba la rotación, y en parte por el diseño mismo de la bala. Esto aumentó significativamente la precisión de los disparos a larga distancia, al reducir la dispersión en las trayectorias de los proyectiles, y además posibilitó la fabricación de balas “especiales”, como las incendiarias, explosivas, etc., que se activan cuando su punta impacta en el blanco.

La técnica de “rayar” el ánima del cañón de forma helicoidal se denominó “rifling” (término del inglés) y a las armas así fabricadas (tanto de mano como cañones de gran tamaño) se les conocía como de “rifled barrel”. En el caso de los “fusiles”, los modelos que empezaron a fabricarse con el ánima rayada se les denominó “rifles”, aunque algunos siguieron llamándolos “fusiles”, sin tener en cuenta si el ánima era lisa o rayada.

Hasta la próxima.