¿Cómo te sientes?
Adriana Marín Martín: ¿Cómo te sientes?.
Siempre he creído que de lo malo puede rescatarse algo bueno, que en la vida nada es absoluto y que en toda situación hay un lado obscuro y otro claro.
Me convence plenamente la idea de que no hay mal que por bien no venga y que en las diversas adversidades que se nos presentan a lo largo de la vida, hay lecciones escondidas esperando ser descubiertas para hacernos más fuertes y capaces ante los problemas.
Nunca había estado tan segura de todas estas ideas como cuando llegó el confinamiento a nuestras vidas, hace poco más de dos años. Recuerdo que los primeros días, al menos para mí, estuvieron retacados de incertidumbre, preocupación y un sentimiento persistente de inseguridad.
Jamás había pasado tantas noches de insomnio como las que viví los primeros seis meses del 2020, cuando la falta de sueño se calmaba, era sustituida por pesadillas recurrentes, en las que el peligro era protagonista y la muerte el personaje principal.
Pero un día me cansé de vivir sometida al miedo y decidí que lo mejor era ponerme a analizar qué aprendizaje me podría brindar esta situación, me puse el firme propósito de que ese encierro y el confinamiento serían un tipo de retiro espiritual para comprender mis emociones y las de quienes me rodean.
Tengo que confesar que no fue fácil y estoy segura de que para nadie lo fue, pero dedicar bastantes horas a observar mi entorno, escuchando a mis seres queridos y personas allegadas, me ayudó a descubrir que mucha gente estaba deprimida y no era algo reciente…
Mientras el Covid-19 reinaba en las calles, cerrando a diestra y siniestra los negocios, alejando de manera déspota a las familias, prohibiendo los besos, cancelando los abrazos y aislando a todo individuo de quienes eran parte importante de su vida, haciéndolos sentir secuestrados en su propio domicilio, se hizo evidente la palabra depresión, al presentarse de modo descarado en varias personas.
Los que vivían deprimidos se habían acostumbrado a maquillar su trastorno con toneladas de consumismo, aparente diversión, reuniones frecuentes, horas de trabajo y mucho más.
Entonces, llegó un monstruo que sin pedir permiso enclaustró a todos los habitantes del mundo, atándonos de pies y manos, nos dejó inmóviles y a sus expensas. Y allí, en pleno encierro quedaron claras muchas realidades ignoradas por años, pero que no dejaban de existir.
Quienes luchaban contra la soledad tuvieron que abrazarla y continuar; los que estaban deprimidos no pudieron más que aceptarlo; las relaciones que estaban al borde del quiebre se rompieron de plano.
Pero algo bueno nos dejó el aislamiento y fue aprender a enfrentar la realidad, nos llevó a descubrir nuestras debilidades, poniéndonos de frente a un espejo para que miremos quiénes somos en realidad.
“No son los hechos reales sino sus percepciones las que producen cambios en su estado de ánimo”, esa es una de las mejores frases del libro “Sentirse bien”, de David D. Burns. Un ejemplar que, a través de la terapia cognitiva, ayuda a las personas a superar el estado depresivo y a encontrar las ganas de vivir. Y tú, ¿cómo te sientes hoy?