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Estos últimos meses me he dejado enamorar por las novelas. En esta ocasión disfruté de “Olimpia”, la novela histórica de la española Laura Mas, autora que tuve la fortuna de conocer, y cuando digo que la conocí no sólo hago alusión a que me devoré de manera obsesiva las páginas completas de su último y segundo libro, no señor, la vida es buena, como siempre he dicho, y me dio la oportunidad de conocer a Laura, quien durante la plática me dejó en claro lo muy justificado que tiene su apellido, ya que es más inspiradora de lo que esperé, más entregada a su labor con las letras de lo que me había imaginado, y más amable de lo que cualquiera podría pensar.

Así comenzamos una plática, en la que no importaron las siete horas de diferencia entre un país y otro, la conversación tuvo como enfoque el modo tan espectacular con el que Laura dio voz en su último ejemplar a Mírtale, la joven princesa de Epiro, mujer fascinante que a sus 16 años contrajo matrimonio (por acuerdo) con Filipo, rey de Macedonia.

En su creación de 332 páginas la autora nos relata en primera persona, el modo en el que Mírtale llega al palacio de Pela, tras contraer nupcias con Filipo, y entonces cambia su nombre por el de Olimpia, al convertirse en madre de un niño, un pequeño que años después alcanzaría la gloria, logrando que todos lo conozcan como Alejandro Magno.

De Olimpia se han dicho muchas cosas, los testimonios antiguos cuentan que era una mujer de carácter fuerte, una persona temperamental, que se dejaba llevar por la ira, y que utilizaba el resentimiento y la cólera como principales combustibles de su existencia.

La gente dijo que fue ella quien urdió el asesinato de Filipo y que de manera deliberada y sanguinaria acabó con todo aquel que aparentaba ser un rival y se anteponía en su camino.

Laura Mas logra con cuidado al elaborar su novela, regalarnos una imagen diferente de Olimpia, presentándola como una figura materna de excelencia, destacando sus virtudes, sin dejar de lado sus defectos, invitando al lector a pensar en la posibilidad de que la imagen que tenemos de Olimpia, madre de Alejandro Magno, no es más que producto de arraigados prejuicios de género, porque nadie habla de que esa mujer fatal que han señalado algunos historiadores vivió la mayor parte de su vida a la sombra de su esposo.

Muy poco se ha platicado que Olimpia quedó huérfana a temprana edad, y que muy probablemente se vio convertida en moneda de cambio para tejer alianzas exteriores en manos de su tío Aribas, quien ocupó el trono al morir su padre.

Laura nos muestra a una Olimpia llena de ilusiones, de planes, sin derecho a mucho, pero soñando a todo, una fémina que teje de manera cuidadosa el futuro de su hijo, porque debido a las limitantes de la mujer en su época, no podía hacerlo con el suyo.

El pasado tiene mucho qué decir, y queda claro que si hay algo que a pesar del tiempo no cambia, es: QUE LO QUE LA GENTE DICE, NO SIEMPRE ES LA VERDAD.

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