Quererte para querer
Adriana Marín Martín: Quererte para querer.
Serás amado el día que puedas mostrar tu
debilidad sin que el otro se sirva de esto para
afirmar su fuerza
Cesare Pavese
Todos tenemos en la vida una o más relaciones que valoramos, puede ser fraternal, amistosa, sentimental o familiar, eso es bueno y necesario, pues tal como dijo Aristóteles: “el hombre es un ser social por naturaleza”. Lo complicado comienza cuando esa relación es detonante para alejar al individuo de su propia esencia.
Sucede que en ocasiones por mantener la fiesta en paz y evitar el abandono, molestia, incomodidad o desacuerdo del otro, se termina dando de más, tanto que se deja en el olvido los proyectos de vida, los valores y los anhelos más profundos. Dicen que la primera lección del amor es la dignidad, y cuando se trata de amar, hay que amarse primero.
Aunque muchas personas caminan por la vida llevando como estandarte la frase “el verdadero amor no espera nada a cambio”, eso no es así, ya que una relación (amigos, pareja, familia, etc.) que no se encuentra basada en la correspondencia no funciona bien. Para dar amor, cariño, respeto y cuidados a los otros, es preciso hacerlo antes con uno mismo.
En su libro “De tanto amarte, me olvidé de mí”, Walter Riso expone que para que una relación, o un amor sea saludable debe fluir, ir y venir, ambas partes deben sentir y ver el efecto del otro. Esa sería una relación adecuada, no perfecta, pero sana.
Por el contrario, si se llega a estar inmerso en una relación en la que una parte da más de lo que recibe, en la que las necesidades de uno son más importantes que las de otro, logrando un vínculo en el que la empatía, la reciprocidad y el equilibrio brillan por su ausencia, entonces hay alguien en esa relación que no se ama, y si no sabe amarse, no puede dar amor de buena manera.
Es cierto que el hombre es un ser social, que necesita entablar vínculos con sus semejantes, para sentirse satisfecho, aceptado y parte de un grupo, pero también es válido que la democracia emocional es fundamental y justa, por ello no hay que perderla de vista.
Alguien que se ama procura para sí mismo amistades, parejas y todo tipo de relaciones que le permitan sentir el mismo valor que proporciona, busca recibir lo que da, del mismo modo asume el compromiso de corresponder al otro, entonces se logra una relación saludable.
Para querer debes quererte primero, de esa manera te podrás regalar relaciones que concuerden con tus expectativas sentimentales, emocionales y sociales, porque seguramente elegirás a personas que se encuentran en el mismo canal que tú, personas que se valoran y que saben valorar.
Antes de concluir te dejaré una frase que el gran Riso puso en el libro que mencioné anteriormente, tenla presente: “El amor propio es el punto de partida para cualquier relación interpersonal, cuidar tu yo y fortalecerlo”. Recuerda quererte para querer.