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Mucho se habla sobre el alma gemela, esa persona en la que se encuentra el justo exacto de afinidad que uno requiere, ese alguien que sabe cómo amarnos, cómo tratarnos, cómo complacernos. Y es alrededor de ese ideal que rondan miles de consejos, libros, artículos de revista y publicaciones.

Tu alma gemela debe conocerte perfectamente, te brinda seguridad, apoyo, comprensión, respaldo emocional, satisfacción física y una larga lista de incontables beneficios que permiten que te sientas como el ser más afortunado del mundo.

Suena espectacular, se antoja mucho encontrar a alguien así, pero temo reconocer que, desde mi punto de vista, eso es algo imposible. Si el concepto de alma gemela fuera cierto, ¿qué tan probable sería que te encontraras con ella?, porque se supone que es una sola persona en el mundo entero que ha sido destinada para ti.

¿Será humanamente posible que dos personas se complementen de manera perfecta?, la verdad no lo creo. Y aunque parezca un tema sin importancia es preocupante, porque en realidad hay personas que idealizan a su alma gemela, esperando que su pareja cumpla con ese rol.

Entonces sucede que hay en todos lados un montón de gente inconforme, porque no han encontrado a ese alguien que los haga sentir completos, con quien puedan hacer real la hermosa frase de felices para siempre. También están aquellos que ya han encontrado el amor, que tienen una relación y la disfrutan, hasta que aparecen los gestos y defectos avisándoles que seguramente esa persona no se trata de su alma gemela.

Y luego el mundo está tapizado de quienes, con el afán de encontrar a su alma gemela, rompen sus compromisos como si los sentimientos ajenos fueran desechables, con el único y gran objetivo de encontrar la satisfacción, la plenitud del amor, en alguien que está afinadamente creado para hacerlos felices.

El alma gemela no existe, porque nadie es perfecto, porque todos cambiamos de manera continua a lo largo de los años, nuestros deseos, prioridades y comportamientos se van modificando con el tiempo, eso significa que percibir a alguien como perfecto, no garantiza que será igual dentro de unos años.

Creo que es injusto poner esa carga en una persona, demandar que quien tenga una relación contigo debe ser perfecta y únicamente como tú esperas, ya que de otro modo no llevará el calificativo de “alma gemela”, luego entonces podrá ser reemplazado.

Sin embargo, hay muchas personas que aceptan el reto, y terminan haciendo hasta lo imposible, con la finalidad de llegar a ser el alma gemela de alguien más. “Acabamos asumiendo que, para que nos quieran, tenemos que renunciar a ser nosotros mismos, desoír nuestras necesidades y amoldarnos a lo que sea que los demás esperen de nosotros”, así lo explica Sheleana Aiyana en su libro “Tu alma gemela eres tú”.

Tal vez el alma gemela es un pretexto para llenar vacíos, para justificar egoísmos, o un modo rápido de lavarse las manos y evadir la responsabilidad afectiva, bajo el argumento de “no es mi alma gemela, no encaja perfecto conmigo, fue un error”.

Es verdad que una pareja debe ser alguien que nos brinde compañía, apoyo, amor y satisfacciones, pero en ningún sitio está escrito que debe encajar perfecto en los parámetros personales de quien espera hallar a su alma gemela

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