Común y corriente
Adriana Marín Martín: Común y corriente.
Creo que los planes a futuro son una moneda al aire, puede que se tenga diversas expectativas en la vida, pero no siempre está a nuestro alcance que las circunstancias sucedan tal como esperamos. Y aunque resulte frustrante por diversos motivos, no podemos hacer mucho para cambiarlo.
Sembré un tulipán en el jardín, justo frente a mi ventana, todo comenzó cuando le pedí a mi distribuidora personal de flores, plantas de interior y hierbas aromáticas (la marchante de las plantas), que me consiga un ejemplar que regale hermosas flores todos los días del año, que no requiera mucho riego, que aguante el Sol, y se encariñe con él; que soporte las fuertes lluvias, y se beneficie de ellas. Que permita la visita de colibríes y mariposas todos los días, pero, sobre todo, que crezca rápido y se mantenga fuerte ante la adversidad.
La experta en paisajismo (la marchante de las plantas), comprometida con su labor y responsable en sus recomendaciones, me hizo esperar quince días, en los cuales yo me la viví pensando si sería una rosa, un geranio, una margarita, tal vez una lili… pero no, ella apareció una mañana con un tallo repleto de saludables hojas verdes que parecían artificiales, pero no traían flor. Se me acercó de manera cautelosa y me susurró al oído: ¡éste era mío!, lo había separado para mí, pero sabes qué, te lo voy a vender, aquí está tu planta que te dará flores todo el año, atraerá mariposas y colibríes y aguantará todo lo que te puedas imaginar…
¿Qué tipo de flor es marchante?, le pregunté; ¡un tulipán mexicano!, me respondió con alegría, pero sentí que me estaban timando… ¿un tulipán mexicano?, le respondí; ¡sí!, dijo con emoción. Está bonito, cuando florea es rojo, agregó.
¿Rojo?, ¿un tulipán rojo?, ¿como los que están sembrados en todos los parques y te encuentras en cualquier sitio y en cada esquina?, le pregunté un poco enojada. Entonces la experiencia, profesionalismo y empuje de mi marchante de confianza se hizo presente, y me replicó: ¡no niña, no es como todos los que hay en el parque, ni como los que encuentras en cada esquina, este es especial, es diferente, era mío, yo lo separé para mí, pero como tú eres cliente frecuente, pues te lo voy a vender… Le agradecí.
Sembré el tulipán en el jardincito de adelante, de frente a la ventana, porque sería gratificante a la vista ver la cantidad de especies que llegarían a visitar sus hermosas y comunes, pero “mágicas” flores rojas, parecidas a las que hay en cualquier esquina, pero sin olvidar que éstas son especiales. El tulipán creció y, al cumplir seis meses, comenzó a dar un espectáculo de flores rojas, todos los días, yo no sé si fue la idea que me dejó la marchante, o de verdad su planta era mágica, pero los colibríes llegan todos los días y las mariposas hacen competencia de flor en flor.
La confianza con la que esta señora, que tanto aprecio, puso en su producto, transmitió en mí una apreciación diferente del tulipán, por ello lo cuidé, lo fertilicé, lo procuré, algo fundamental para que hoy sea diferente a los que hay en el parque. No se trata de un tulipán, es “el tulipán”, en el que se posan las mariposas, el que me regala muchas flores, el que luce verde, frondoso y florece todo el año para recibir a los colibríes.
Tal vez sea porque eso esperé de él, o porque esa idea se me transmitió de su existencia, pero hay una realidad: “puede ser que te sientas común y corriente y te percibas como un simple mortal, pero si crees en ti serás imparable”