La culpa es del cerebro

Adriana Marín Martín: La culpa es del cerebro.

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Mi vida ha estado llena de terribles desgracias;
la mayoría de las cuales nunca sucedieron.
Michel del Montaigne

¿Alguna vez has sido presa de un panorama mental trágico y desgarrador que nunca sucedió?, según la psiquiatra Marián Rojas Estapé, el 90% de las cosas que nos preocupan jamás suceden y, sin embargo, esos pensamientos tienen un impacto directo en nuestra salud. Eso suena poco favorable, ¿no crees?

Y aunque no nos guste la idea, es por naturaleza que tendemos a mirar hacia la catástrofe; la culpa es del cerebro, ya que, así como el corazón tiene el encargo de bombear la sangre por todo el cuerpo; los pulmones, llevan a cabo el proceso de la respiración, el cerebro es el que se dedica a garantizar la supervivencia, pero para lograrlo lleva un método muy específico: examina posibles eventos futuros que representan un riesgo. Es un órgano que busca de manera incansable cualquier indicio de problema que pueda ocurrir, esto lo hace con la finalidad de anticiparse a lo que está por venir.

Su labor fundamental está muy lejos de brindarnos felicidad, gratificación o bienestar, él existe con el único y firme propósito de mantenernos vivos. Es por ello que la incertidumbre, lo inexplicable y lo desconocido le incomoda, ya que se tratan de panoramas que se salen de su control, y al cerebro no le gustan los cabos sueltos.

Tal vez esta explicación logre que sientas un poco de rencor hacia este miembro difícil de tu familia corporal; pero la verdad, es que tienes mucho qué agradecerle, ya que sus mecanismos de defensa seguramente te han salvado de varios problemas.

Pero es en el justo momento que se pone fastidioso, impertinente y provoca lo que parece un corto circuito en tu interior, cuando debes procurar enfocarlo de la mejor manera, y esto tal vez sea más fácil si recuerdas que se trata de un proceso biológico, de un estado natural del ser humano, y que las alertas que te manda no tienen por qué ser reales, sólo porque lo estás pensando.

El Dr. Anders Hansen lo explica perfectamente bien en su libro “El cerebro depre”: “Estoy seguro de que nuestros ancestros tenían ansiedad, porque ver el mundo como peligroso te hacía ser cauteloso y prepararte para lo peor, lo cual era importante para sobrevivir. De hecho, ver el mundo como peligroso es lo que nosotros llamamos ansiedad”.

Entre sus páginas Hansen asegura que la clave es entender que un ataque de pánico es una falsa alarma que nos muestra que nuestro cerebro está tratando de salvarnos del peligro, por lo que, si lo ves desde la perspectiva del cerebro, sentir ansiedad es solamente una manera en la que este órgano demuestra su eficiencia, pero tampoco se trata de permitirle que llegue a donde quiera, por ello hay que recuperar la calma y recordar que se trata de un proceso biológico.

En conclusión, el cerebro es un canalla que se dedica a atormentarnos y crearnos tonterías en la mente; nosotros debemos dominarlo, calmarlo y aprender a detectar cuándo se trata de una alerta justificada, y cuándo es una simple reacción biológica del cerebro cumpliendo con su trabajo.

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