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Todos luchamos contra algo, y quien diga que no es su caso, ¡es un mentiroso!, ya sea con menor o mayor intensidad, cualquier persona atraviesa momentos difíciles en la vida. Y eso no es malo, somos seres sensibles, emocionales, aunque haya algunos que aparenten carecer de sentimientos, todos sentimos.

En el interior de cada uno de los seres humanos existe un campo de batalla, un sitio en el que se viven guerras silenciosas, esas que sólo el corazón y la mente comprenden. Cada persona que miras a diario, cada uno de los que transitan de manera cotidiana las calles, tus compañeros de trabajo, tus familiares, tus amigos, tus enemigos, incluso tú y yo, llevamos en algún momento una lucha interna.

Eso de lo que no platicas, o que muy pocos conocen de ti, eso que en el fondo te preocupa, quitándote la tranquilidad, generando angustia y desanimo en tu interior; eso que te duele, lo que te decepciona, lo que quisieras cambiar y sabes que no podrás, todo ello te convierte en un guerrero, porque eres un individuo que se encuentra librando una lucha, enfrentando todo tipo de miedos y situaciones, aunque nadie las ve, aunque no se escuchan, porque suceden en tu interior.

Es difícil enfrentar una batalla emocional, porque llega como tormenta, sin previo aviso, sacudiendo tu estabilidad, con aires fuertes de incertidumbre, con relámpagos estruendosos de miedo, ira, coraje y desilusión. No puedes darte por vencido, las batallas emocionales no aceptan una bandera blanca como respuesta, las tienes que enfrentar, porque si las ignoras, regresan, y vuelven con más fuerza.

Pero hay que estar contento, porque alguien que se encuentra y continúa en combate, a pesar de estar herido, es considerado un héroe. En las batallas emocionales, nos enfrentamos a monstruos y dragones internos, que sólo nosotros conocemos, lo cual nos quita en cierto modo el permiso a ser considerado soldado de guerra, pero en realidad lo somos.

Hay algo que distingue a este tipo de enfrentamientos, son silenciosos y se viven en soledad, pero curiosamente, todos compartimos esa experiencia, y generalmente hallamos el valor y la fuerza para resistir y seguir adelante. Y como expliqué al principio, el que diga que no es su caso, ¡es un mentiroso!, porque todo ser humano atraviesa momentos difíciles en algún punto de su vida.

La realidad es que no hay vuelta de hoja, en cualquier momento habrá show interno para nosotros, y como eso es algo garantizado, lo único que nos queda, es aprender a gestionarlo, aceptar, resolver, soltar, y dejar ir.

El psiquiatra David Gourion, experto de Alta Autoridad de la Salud francesa, dice entre las páginas de su libro denominado Antiestrés: “tus problemas no pueden asaltarte cada vez que les venga en gana. Tú eres el señor de ti mismo, y a partir de ahora serás tú quien decida cuándo se les concederá audiencia”.

Es una manera muy peculiar la que utilizó el doctor para expresar que esa batalla emocional, eso que consideras problema, no tiene derecho de hacerte sentir su esclavo. La decisión y la solución están únicamente en tus manos.

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