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Por las que siguen, por las que ya no están, por ellas es cada día mayor nuestro compromiso, nuestra responsabilidad de ser mejores, de hacernos escuchar, de oponernos a lo que pretende limitarnos, de enfrentarnos a lo que busca asustarnos.

Caminemos con certeza y seguridad el rumbo que emprendamos, dando siempre lo mejor, preparándonos y capacitándonos constantemente. Llevemos como estandarte lo que nos legaron las que se han ido; defendiendo los derechos que a ellas les fueron negados y asumiendo con responsabilidad las oportunidades que ellas sólo soñaron.

Formemos un gran equipo de guerreras invencibles, que sirvan como inspiración a las que vienen detrás, esas que han nacido de nosotras, de nuestras hermanas, de nuestras madres, y también por las que algún día van a nacer.

¡Nuestro propósito es importante mujeres!, hemos sido elegidas para dar vida a la vida, en nuestras manos está la formación de los hombres y mujeres del mañana, nuestros vientres han acogido y acogerán a quienes desempeñarán papeles importantes en el futuro.

Somos referentes que inspiran a vivir la vida, vigilantes de que sea apropiado el proceso, encargadas de la lucha constante por un mundo mejor. Hagamos de todo ello una meta en común, que nos impulse a mostrar sin miedo esas capacidades que nos distinguen, sintiendo orgullo de ser mujer, manifestando con firmeza de qué estamos hechas.

Digamos NO al maltrato en cualquiera de sus variantes, reprendamos con autoridad los temores hacia el porvenir, porque fuimos creadas con virtudes, que nos abrazan como armadura fuerte ante los embates. Amemos, pero siempre sanamente, recordando que el amor no lastima, no duele, no hace daño.

¡Luchemos siempre por los nuestros!, aferrándonos a su bienestar como principal objetivo, y cuando el miedo toque a la puerta mujeres, ¡no lo ignoremos!, seamos capaces de abrir el cerrojo, para mirarlo de frente, dándonos permiso de sentirlo, pero dejando claro que no tiene pagado un todo incluido en nuestro interior y que, continuaremos, aún con miedo, siempre convencidas de hacia dónde queremos llegar.

Tengamos como antídoto el ejemplo de ellas, las que ya no están, pero estuvieron; de las que estuvieron y siguen estando; porque algún día, seremos nosotras el modelo a seguir, de las que están por venir.

¡Que nada nos detenga mujeres!, avancemos siempre, con la mirada fija en el propósito, con las fuerzas, que se renuevan día con día; con la certeza de que lo vamos a lograr; y si la soledad se hace presente, se le invita como acompañante, porque todo lo que necesitamos para resurgir, lo llevamos dentro del corazón.

No nos limitemos a ser espectadoras de la vida, pongamos manos a la obra para lograr que lo que anhelamos suceda, para eliminar lo que no nos conviene, pero recordando siempre la responsabilidad de prepararnos, de aprender, de capacitarnos, sólo así construiremos un mundo mejor.

Y jamás demos cabida a la indecisión, porque es nuestra encomienda hacer y decidir, con certeza y seguridad, como versa la escritora Clarissa Pinkola Estés, en su obra “Mujeres que corren con los lobos”: “La vida es una sucesión de hechos y decisiones que tienes que tomar, porque si no lo haces la vida las tomará por ti y en ese momento todo lo que habías soñado se esfumará”.

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