El club de los corazones solitarios más allá del sargento Pimienta

Aída López: El club de los corazones solitarios más allá del sargento Pimienta.

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Los baby boomers en 1967 escuchaban la reinvención de Los Beatles con La banda del club de corazones solitarios del sargento Pimienta. Treinta años después, en 1997, una universitaria canadiense abrió un blog para paliar su soledad con la finalidad de encontrar a otros corazones solitarios por su aspecto físico, es decir, célibes involuntarios (Incel). La protagonista de la escritora Sara Mesa en Cara de pan se aisló de la escuela por el bullying que padecía al no tener novio, el sobrenombre peyorativo era a consecuencia de su gordura, los granos en los brazos y la cara de pan, pero ¿qué pan?, quizá uno blanco y fofo.

Esta subcultura virtual de la compasión se elevó a un odio generalizado. Los Incel culpan a las mujeres por rechazarlos, a los hombres atractivos por tener una vida sexual negada a los feos y a los gobiernos por permitir la liberación sexual que empoderó a las mujeres, quienes al ser independientes económicamente, se dan el lujo de despreciar a los menos agraciados, lo que no ocurría en el pasado. Tienen su propia jerga, las mujeres bellas son las stacys -promiscuas, avariciosas e interesadas- y los hombres guapos son los chads -rubios, galanes y musculosos-. Los truecel son los que nunca han podido tener una cita romántica por la crueldad de la naturaleza con la complicidad de las dinámicas de la sociedad. Los cucks son los que discrepan de ellos. Las mujeres cosificadas, no humanas, las llaman “femoides”, quienes no debieran tener el derecho al voto. 

Uno de sus postulados es la supremacía masculina en contra del progresismo, cuyas verdaderas intenciones son la industria de la violencia doméstica que sirve para que las mujeres mentirosas aleguen maltrato conyugal, le roben dinero a sus maridos y obtengan la custodia de los hijos: “las mujeres disfrutan privilegios injustos”. Consideran que el mundo no es seguro para los hombres por las acusaciones de violación por parte de las mujeres. El feminismo está expandiéndose a tal punto que llegará el día en que les quiten sus derechos a los hombres como el sexo. Bajo este argumento se justifica el asesinato de cuantas mujeres se pueda.

Desde 2014 se han perpetrado crímenes por miembros o simpatizantes Incels, quienes metafóricamente se han tomado la “píldora negra”, la que los ha llevado a un estado pesimista al reconocer que el género masculino está en un laberinto sin salida y que toda esperanza es solo mentira: su destino es vivir frustrados, solos y sin sexo. La solución es castigarlas y también a los sexualmente activos. Al día de hoy los ataques vinculados se han ejecutado en Canadá y Estados Unidos; inaceptable que sus mujeres estén con un asiático, africano o mexicano. ¡Verdadero terrorismo!

Los estudiosos concluyen que la solución al radicalismo es compleja, debido a que no desaparece cerrando los foros virtuales. Están los lobos solitarios, quienes cometen femenicidios por sus experiencias individuales. Lo peligroso es que Incel puede ser cualquiera.

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