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POR: ALE CABRERA
Una de las emociones que todos los seres humanos sentimos sin excepción es el miedo, y salir de la zona de confort es una de las tantas actividades cotidianas que lo ocasionan. Pero ¿qué es la zona de confort y por qué nos han dicho que tenemos que salir de ella?

Ese lugar donde todo está en quietud es lo que muchos llaman conformismo, comodidad, estar bien y no buscar más; yo lo llamo tranquilidad. Sentir que encontraste un punto en la vida en el que efectivamente estás cómodo y sientes que las cosas se han acoplado tan bien a tus necesidades y objetivos que de ahí no te quieres mover.

Lamentablemente la sociedad siempre te empuja a estar buscando más, haciendo más, consiguiendo más y dando más, y más de ti, de tu tiempo y de tu esfuerzo con el único objetivo de formar parte de los grupos selectos de la gente que siempre está en crecimiento y haciendo algo productivo. Cuando nuestra motivación para estar en movimiento no es más que esta presión social podemos caer en un hartazgo que nos aleje de lo que todo ser humano debe experimentar: el goce.

Sentir placer al realizar cualquier actividad nos permite continuar sin enfermarnos el alma y cuando logramos encontrar esos momentos, esas tareas, ese trabajo, a esas personas, ¿por qué tendríamos que buscar más hasta el punto de incomodarnos?

¡Ah!, pero como el ser humano es curioso por naturaleza y está en constante movimiento y cambio quedarse sólo en esa zona donde “todo está bien” también puede llegar a apagarnos. Es que el ser humano es tan complejo. Todo está en descubrir los trucos, en encontrar el equilibrio “perfecto”. Y ya saben, el perfecto entrecomillado porque se vuelve el concepto idealizado que todos perseguimos.

Bueno, ¿y cuál es el truco? El truco está en la aventura. Vivir esta vida como una aventura en la que el punto de partida y el retorno sean esa conocida y familiar zona de confort. Tener comienzos una y otra vez, descubrimientos de otros mundos, otras actividades, explorar y regresar.

Y es aquí donde aparece el miedo. Poner un paso fuera de nuestra zona de confort nos puede causar inquietud, desasosiego y/o ansiedad. ¿Eso significa que debemos paralizarnos? ¿Qué debemos dejar de aventurarnos en el vasto universo de la existencia?

Comenzar viajes a la aventura de lo desconocido, pero probablemente satisfactorio y saber que tenemos ese lugar donde podemos regresar a lo seguro es lo que hace que hagamos las cosas aún con miedo. Así sabemos que estamos vivos, así sabemos que seguimos de pie.

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